2 Cuaresma - B 2024
En este segundo domingo de Cuaresma la liturgia nos invita a contemplar el misterio de la Transfiguración de Jesús en el Tabor. La transfiguración es icono de la vida monástica. También a nosotras el Señor nos ha conducido al monte para que experimentemos la gloria del Señor, para que contemplemos su Rostro.
Este acontecimiento está ligado a lo que sucedió seis días antes, cuando Jesús había desvelado a sus discípulos que en Jerusalén debería «sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitado a los tres días» (Marcos 8, 31).
Los discípulos no habían contado con esto, y en su interior surge el desconcierto y la incertidumbre. Para ayudarles a superar este momento de abatimiento interior viene precisamente aquella experiencia luminosa de la Transfiguración, gozando de ella los tres discípulos que más tarde serían testigos presenciales de la angustia de Jesús en Getsemaní.