Domingo XIX - C
Lucas 12,32-48
El evangelio de hoy nos presenta una serie de recomendaciones en continuidad con la parábola del rico necio del pasado domingo. Nos indica tres actitudes a tener en cuenta:
1ª No temer
“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”
Jesús nos hace una llamada a vivir confiadas, abandonadas en sus manos amorosas. Somos su pequeño rebaño, conducidas por él. No debemos temer a pesar de nuestra pequeñez. No temer porque el amor de Dios da consistencia nuestra pequeñez. Vivamos, pues, confiadas acogiendo el don del Reino que él ha querido, en su bondad, regalarnos.
2º Vivir desprendidas
“Dónde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón”
Jesús nos invita a prestar atención a ese tesoro y a poner nuestro corazón en él. Esta es la clave de la existencia humana y de la felicidad: ser conscientes de cuál es nuestro tesoro, lo que consideramos más valioso porque el corazón va a habitar ahí.
Desprendimiento que nos lleve a compartir nuestros bienes con los más necesitados, poniendo nuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
3º Vigilar
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Dichosos los criados a quiénes al llegar el Señor, los encuentre en vela”.
Vivir despiertas y preparadas para cuando el Señor vuelva.
Vigilar, no distraernos ni amodorrarnos, ni instalarnos, satisfechas con lo ya conseguido. Viviendo en espera activa y vigilante, con la mirada puesta en los bienes del cielo – fraternidad, amor, solidaridad- entre las cosas de la tierra.
“Os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo”
Esta es la recompensa a la vigilancia, a la espera activa. El mismo Señor, sirviéndonos. Hasta ahí llega su humildad y su dulzura. “El está ente nosotros como el que sirve” Jesus se hace siervo de los siervos, se puso a lavar los pies de sus apóstoles, para mostrarles el camino del servicio y del amor.
Su presencia nos invita a la responsabilidad, a vivir atentas, vigilantes.
“A quién mucho se le dio, mucho se le pedirá, a quién mucho se le confió mucho más se le exigirá”
Todas hemos recibido mucho del Señor, él nos reclama una respuesta de verdadera fe. Tenemos una gran responsabilidad, nuestra respuesta no puede ser mediocre, sino generosa, a la medida de los dones recibidos.
“Padre bueno, estar vigilantes es estar siempre con ganas de vivir más y mejor; de ahondar en el sentido de lo que hacemos, de sentirnos más útiles en la comunidad, de ser fieles al reino. Te damos las gracias porque tu hijo Jesús nos precede en el camino.
Que tu llamada a la vigilancia nos impulse a vivir despiertas, comprometidas, atentas a las múltiples llamadas que nos rodean y nos invitan a ser luz, esperanza y sentido de vida”.
Madres Benedictinas – Palacios de Benaver (Burgos)