Domingo 33 - B 2024

domingo 33 b 2024Marcos 13, 24-32

Así como hay páginas del Evangelio que, de inmediato, nos parecen muy cercanas a nuestra situación y preocupaciones y cuyo sentido entendemos de inmediato, páginas como la de hoy nos parecen muy alejadas de nuestra sensibilidad y, en consecuencia, difíciles de entender y aplicar a nuestra vida.

Efectivamente, el Evangelio de hoy pertenece a un estilo y lenguaje apocalíptico muy cercano a las comunidades para las que Marcos escribe su Evangelio, pero nada fácil de comprender por nosotros. Con todo, yo quiero destacar una afirmación que el evangelista pone en boca de Jesús y que puede ser iluminadora e incluso estimulante y esperanzadora para nosotros: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

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Domingo 32 - B 2024

domingo 32 b 2024Marcos 12, 38-44

El evangelio de hoy recuerda la figura de las viudas (Mc 12, 28-44). Jesús ridiculiza la vanidad de la que hacen gala los escribas. Y denuncia la voracidad con la que tratan de adueñarse de los bienes de las viudas, aparentando hacer largas oraciones. Al pecado de orgullo, los escribas unen la injusticia y la impiedad.

La Palabra de Dios nos muestra dos caminos opuestos, dos actitudes contrapuestas en el seguimiento de Jesús. Ambas se encarnan en los dos personajes que Marcos nos ofrece: los escribas y la viuda pobre.

En primer lugar desenmascara la hipocresía y la falsedad de los maestros de la Ley que con sus actitudes y comportamientos han pervertido la práctica de la religión auténtica. Su piedad es una mentira delante de Dios: conocen la Escritura, sí, pero se aprovechan de ella para provecho personal, frecuenta asiduamente la sinagoga pero su corazón está lejos de la justicia y la humildad, hacen oraciones para ser vistos y alabados por los otros.

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Domingo 31 - B 2024

domingo 31 b 2024Marcos 12, 28-34

Le preguntan a Jesús: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Y Jesús responde añadiendo al primero, el del amor a Dios, un segundo: el del amor al prójimo. Y remata su respuesta con una frase que pone a la misma altura esos dos mandamientos: “no existe otro mandamiento mayor que éstos”. Porque amor a Dios y al prójimo son un único mandamiento. Un único mandamiento con dos partes indisolubles, inseparables… de tal modo que, si falla una de ellas, no se sostiene la otra.

Quizá una primera reacción nuestra ante el evangelio de este domingo es decir: es cosa sabida, después de tanto tiempo ya lo tenemos claro, no hay novedad…

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Domingo 30 - B 2024

domingo 30 b 2024Marcos 10, 46-52

El protagonista del evangelio de este domingo es “un mendigo ciego, sentado junto al camino”. La pobreza del mendigo que vive de lo que le dan; la enfermedad que le impide ver y que le limita extraordinariamente todas sus posibilidades; la exclusión de la ciudad: está fuera de ella, en el camino. Pobreza, enfermedad, exclusión: todo en la misma persona. No dice el evangelio, como sí hace en otras ocasiones, la edad del ciego o los años que llevaba postrado en la misma situación.

Muchas personas pasaban por el camino. Algunas le dejarían alguna moneda; la mayoría pasaría indiferente. Algunos incluso le juzgaban: “algo habrá hecho”, “por algo está así”: habrá pecado él o sus padres.

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Domingo 29 - B 2024

domingo 29 b 2024Marcos 10, 35-45

La liturgia de este domingo nos habla de la actitud constante de servicio que debe de tener todo seguidor de Jesús, que debe de caracterizar nuestra vida. “El no vino para que le sirvieran sino para dar la vida en rescate por todos”, nosotras debemos de hacer lo mismo.

Todas sabemos lo que cuesta ser las últimas y servir. De hecho, desde que nacemos, nacemos ya con un impulso primario: queremos ser las primeras y que los demás estén pendientes de nosotras y vivan para nosotras. Así lo quiere el niño, así lo quiere el joven, la abuela y, aunque de manera distinta, así lo quiere también la persona adulta y así lo queremos todos. Así lo querían también Santiago y Juan, y podemos deducir por el contexto, que así lo querían los demás discípulos que se enfadaron con los dos hermanos.

¡Cómo nos tienta la gloria, el poder, el reconocimiento!: que me valoren por mis capacidades, por mi trabajo, por mi carácter, incluso por mi servicio al prójimo!

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