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3 Adviento - A 2025

Domingo 3 Adviento 2025Mateo 11, 2-11

El Tercer Domingo de Adviento, llamado Gaudete, nos invita a una alegría serena; una alegría que no depende de las circunstancias, sino de la certeza de que el Señor está cerca y actúa incluso cuando su presencia parece discreta.

El Adviento nos recuerda que la verdadera alegría nace en quien sabe esperar, reconoce los signos de Dios y se deja transformar por una esperanza que sostiene en los días difíciles.

Juan el Bautista, desde la cárcel, envía a preguntar a Jesús si Él es el que tenía que venir; su duda refleja la del creyente cuando las promesas de Dios parecen tardar. Jesús responde con obras: los ciegos ven, los cojos caminan, la vida renace donde antes había oscuridad. Nos invita así a descubrir su presencia en lo pequeño, en lo que brota lentamente, en los frutos que solo se perciben con una mirada atenta.

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Inmaculada Concepción - A 2025

Inmaculada 2025En esta solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Evangelio de la Anunciación nos hace volver a Nazaret, a ese instante silencioso en el que Dios decidió entrar en nuestra historia a través del corazón puro de una joven. María, preservada del pecado desde su concepción, no fue apartada del mundo, sino preparada por Dios para acoger plenamente su Palabra. Su corazón libre, su escucha atenta y su disponibilidad total hicieron posible la llegada del Salvador.

María es “llena de gracia” porque así la soñó Dios desde el principio: sin sombras que le impidieran escuchar, sin miedos que bloquearan su libertad. Por eso su turbación es humilde, su pregunta es sincera y su “hágase” es la entrega más pura que una criatura puede ofrecer. En ella vemos lo que Dios puede hacer cuando encuentra un corazón abierto.

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2 Adviento - A 2025

Mateo 3, 1-12

En este segundo domingo de Adviento, la voz de Juan el Bautista vuelve a resonar con fuerza: “Preparad el camino del Señor.” No es un mensaje lejano ni abstracto: es para todos, para quienes hoy escuchamos esta Palabra con el deseo —o al menos con la intuición— de que Dios quiere acercarse a nuestra vida.

Preparar el camino no significa tenerlo todo perfecto. Significa reconocer que hay obstáculos interiores: prisas, miedos, rencores, cansancios, pequeñas durezas del corazón. Cada uno conoce sus propios senderos torcidos. Y, sin embargo, la buena noticia es esta: el Señor no se queda esperando a que tengamos el camino despejado. Él quiere venir precisamente a esa realidad concreta, frágil, enredada a veces, pero amada por Él.

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1 Adviento - A 2025

Adviento 1 A 2025Mateo 24, 37-44

Hoy, al comenzar el tiempo de Adviento, la Iglesia nos invita a abrir los ojos del corazón y a prepararnos para la venida del Señor. El Evangelio nos presenta una imagen muy clara: Jesús compara nuestra vida con los días de Noé. Todos vivían su vida cotidiana, comían, bebían, se casaban… hasta que llegó el diluvio. Nadie lo esperaba, y sin embargo ocurrió. De la misma manera, el Hijo del Hombre vendrá “cuando menos lo esperemos”.

Esta comparación no es una llamada al miedo, sino a la vigilancia del corazón. Vigilar significa estar atentas a la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana, en los gestos sencillos, en los encuentros, en los silencios. Significa no dejarnos adormecer por la rutina, sino mantener despierta nuestra conciencia y nuestro espíritu. Adviento nos invita a una espera activa, no pasiva. Preparar la llegada del Señor es preparar el corazón, cultivar la humildad, la apertura y la generosidad, y reconocer aquello que nos aleja de Dios para poder convertirnos.

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Jesucristo, Rey del Universo - C 2025

Jesucristo Rey del Universo c 2025Lucas 23,35-43

Hoy celebramos a Cristo Rey contemplándolo en un lugar que desconcierta: la cruz. No lo vemos revestido de poder humano ni rodeado de honores, sino clavado en el madero, humillado y aparentemente derrotado. Sin embargo, es justamente ahí donde se revela la verdad de su reinado. Jesús no reina imponiéndose, sino entregándose; no salva bajando de la cruz, sino permaneciendo en ella por amor. Su corona de espinas y su trono de madera nos muestran que el Reino de Dios no se sostiene en la fuerza, sino en la misericordia.

A su alrededor todos repiten el mismo desafío: “Sálvate a ti mismo”. Creen que el Mesías debería probar su grandeza escapando del sufrimiento.

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