Venid y ved

Juan 1, 39

NUESTRA COMUNIDAD

Somos un grupo de doce monjas que nos hemos sentido llamadas por Dios a vivir nuestra fe en comunidad en la vida monástica poniendo en común lo que somos y tenemos, nuestros dones y nuestras carencias, y nos hemos embarcado en la aventura del seguimiento de Jesús.

Intentamos que Cristo sea el centro de nuestra vida, no anteponiendo nada a su amor, en la vida sencilla de cada día, en el silencio y la vida de oración, amándonos y sirviéndonos unas a otras.

Y desde ahí, ser irradiación de vida evangélica para la Iglesia y el mundo.
“Venid y ved” Juan 1, 39

NUESTRA ESPIRITUALIDAD

BUSCAMOS A DIOS


  • Buscamos a Dios atraídas por su Misterio revelado en Jesús.
  • Dios es la razón de nuestra vida, la pasión de nuestro corazón, la alegría de la comunidad.
  • Sólo desde Él se explica nuestra vocación y nuestra vida contemplativa.
  • Lo buscamos con ardor y humildad, como mujeres seducidas por su Amor.
  • Lo buscamos en los gozos y en las penas, en la luz y la oscuridad de la fe.
Buscamos a Dios
Si de veras busca a Dios
Regla Benedictina, 58

SIGUIENDO A JESÚS


  • Con los ojos siempre fijos en Jesús, rostro humano de Dios.
  • No anteponiendo nada a su amor.
  • Bajo la norma suprema del Evangelio.
  • Animadas por su Espíritu.
  • Colaborando en su proyecto del Reino de Dios.
Siguiendo a Jesús
Sigamos su camino guiadas por el Evangelio
Prólogo Regla Benedictina, 2

SEGÚN EL ESPÍRITU DE SAN BENITO


Vivimos en un monasterio, compartiendo fraternalmente nuestra búsqueda de Dios.

Guiadas por una Regla, que es compendio sencillo, concreto y vivo del Evangelio de Jesús.

Acompañadas por una Abadesa, elegida entre todas para servir y animar nuestra vida fraterna.

Regla de San Benito

VIVIENDO EN COMUNIDAD


Formamos una familia congregada en Cristo y para Cristo.

Nos convoca a todas el deseo de buscar a Dios y de vivir las actitudes de Cristo.

Vivimos amándonos y sirviéndonos unas a otras, en comunión de bienes.

Tejiendo entre nosotras lazos de amistad.

Estimando a las demás más que a una misma.

Viviendo en Comunidad

VIVIFICADAS POR LA ORACIÓN


LA ORACIÓN LITÚRGICA
Él nos convoca cada día para:
  • Celebrar la Eucaristía, con el corazón abierto al mundo, haciendo memoria de Cristo, muerto y resucitado, por nuestra salvación.
  • Escuchar juntas su Palabra y compartir nuestra oración.
  • Cantar las maravillas del Creador en comunión con la Iglesia.
  • Dar gracias por la vida con quienes se acercan a nuestra casa.
Oración Ligúrgica
Oramos los salmos y las plegarias que millones de personas han rezado a lo largo de los tiempos.

La luz y el ocaso marcan el ritmo de nuestra jornada, uniéndonos así a la cadencia natural de la creación.

Antes del amanecer rezamos el Oficio de Lecturas.

A primera hora de la mañana Laudes, la oración de alabanza.

Durante el día Tercia, Sexta y Nona.

Por la tarde Vísperas, cuando los hombres descansan de sus trabajos.

Por la noche, en la oración de Completas, damos gracias por todo lo vivido durante el día.

LA ORACIÓN PERSONAL
En silencio y soledad, gustamos y saboreamos la alegría de vivir sólo para Dios.
  • Acallando otras voces, aprendemos a escuchar su Presencia en medio de nosotras.
  • Meditando su palabra la hacemos descender hasta nuestra vida concreta.
  • En silencio ante Dios, miramos al mundo con amor, compartimos los gozos y sufrimientos de los hombres e invocamos su bendición para todos.
Oración Personal

ALIMENTADAS POR LA PALABRA DE DIOS


Dios nos habla, nos abre su corazón y nos invita a compartir su Misterio de Amor.

Escuchamos su voz leyendo, rumiando y ahondando en su Palabra contenida en la Escritura.

Esta lectura de la Palabra de Dios alimenta nuestra vida entera y da profundidad a nuestra vida fraterna.

Alimentadas por Dios

VIVIENDO DE NUESTRO TRABAJO


Ocupa un lugar muy importante en nuestra vida pues nos hace vivir de manera digna y solidaria, colaborando en la acción creadora de Dios.

Nuestro trabajo es signo de solidaridad y expresión de pobreza ya que trabajamos para sustentarnos y compartir lo nuestro con los más necesitados.

Viviendo de nuestro trabajo

Serán verdaderamente monjas si viven del trabajo de sus manos.

Regla Benedictina 48, 8

Y COMO LEMA LA PAZ


La comunidad monástica es una comunidad en marcha, en búsqueda de Dios, al servicio del pueblo, donde, en la dinámica de la paciencia, va creando lazos de comunión con los hombres.

La paz a la que la monja aspira, lema benedictino por excelencia, nada tiene que ver con las falsas alegrías de una vida fácil.

Supone escuchar, lo que nos pide Cristo hoy y lo que esperan de nosotros los hombres:

Lema de la paz
La paz en nosotros mismos,
la paz en nuestra comunidad,
la paz entre los hombres,
la paz con el mundo de las cosas
y la paz con Dios.
Mensaje de los Abades benedictinos