Asunción de María

asuncion de Mara2025Hoy celebramos con alegría la Asunción de la Virgen María, misterio en el que contemplamos que ella, al final de su vida, fue llevada en cuerpo y alma al cielo. No es simplemente un premio personal, sino la manifestación de la fidelidad de Dios hacia quien se abandona totalmente en Él.

El Evangelio nos presenta a María visitando a su prima Isabel. Recién ha recibido el anuncio del ángel y, lejos de quedarse centrada en sí misma, se pone en camino con prontitud para servir. Sus labios pronuncian el Magníficat, un canto que no habla de sus méritos, sino de la grandeza de Dios que mira con amor a los pequeños.

La Asunción nos recuerda que la vida tiene un destino definitivo: no vamos hacia la nada, sino hacia la plenitud de Dios. María, la humilde sierva del Señor, llegó ya a la meta y nos enseña el camino: escuchar la Palabra, acogerla en el corazón y vivirla en el servicio y la confianza. Su historia nos revela que la verdadera grandeza está en la humildad, y que en medio de las luchas y cansancios de la vida podemos caminar con esperanza, sabiendo que la victoria final pertenece a Dios.

Hoy le pedimos a María que nos ayude a vivir con un corazón sencillo y fiel, para que un día podamos compartir su alegría eterna en la presencia del Señor.

Alégrate y gózate Hija de Jerusalén

mira a tu Rey que viene a ti, humilde,
a darte tu parte en su victoria.

Eres la primera de los redimidos
porque fuiste la adelantada de la fe.

Hoy, tu Hijo, te viene a buscar, Virgen y Madre:
“Ven amada mía”,
te pondré sobre mi trono, prendado está el Rey de tu belleza.
Te quiero junto a mí para consumar mi obra salvadora,
ya tienes preparada tu “casa” donde voy a celebrar
las Bodas del Cordero:

• Templo del Espíritu Santo
• Arca de la nueva alianza
• Horno de barro, con pan a punto de mil sabores.

Mujer vestida de sol, tu das a luz al Salvador
que empuja hacia el nuevo nacimiento.
Dichosa tú que has creído, porque lo que se te ha dicho
de parte del Señor, en ti ya se ha cumplido.

María Asunta, signo de esperanza y de consuelo,
de humanidad nueva y redimida, danos de tu Hijo
ser como Tú, llenas del Espíritu Santo,
para ser fieles a la Palabra que nos llama a ser,
también como Tú, sacramentos del Reino.

Hoy, tu sí, María, tu fiat, se encuentra con el sí de Dios
a su criatura en la realización de su alianza,
en el abrazo de un solo sí.

Amén.