Domingo XIV - C

de dos en dosLucas 10, 12.17-20

Lucas es el único evangelista que narra la misión de los 72, También relata antes, la de los doce. Seguramente ha querido acentuar el carácter universal de la predicación de la nueva comunidad. Doce era el número de las tribus de Israel. Setenta era el número de las naciones gentiles, según el Génesis.

Relata las consignas que les da Jesús antes de ponerse en camino. Consignas claras y precisas: la pobreza y ser mensajeros de paz. Les advierte que su tarea no es fácil. Su misión es el anuncio del reino de Dios.



El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén, sin embargo, estos vuelven “muy contentos” de sus correrías y tienen mejor acogida que los discípulos.

“De dos en dos”, porque para los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos. También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad. (Dt 19,15; Jn 8,17)

No envía a un número de especialistas en comunicación. No se trata de recomendaciones a unos cuantos escogidos. El evangelio dice simplemente: “envió a otros setenta y dos”. Ni siquiera dice que fueran discípulos. Se da por supuesto que todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive.

Desde el principio Jesús les dice a los discípulos la situación en que se encuentran. No deben hacerse falsas ideas: la mies es abundante, pero los obreros son pocos; los envía además como corderos en medio de lobos. Aunque sean 72 son pocos. Esto permite comprender la dimensión de la tarea. Lo primero que les dice es “Rogad, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”. En todo momento deben de saber los obreros que ellos son siervos y que Dios es el dueño de la mies.

Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje cristiano.

Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas partes donde se fue implantando. Es la principal tarea que tiene que seguir llevando a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar.

1.- Itinerancia. “Poneos en camino”.

Es la clase de vida que eligió Jesús cuando se decidió a proclamar su buena noticia. El domingo pasado nos decía que no tenía dónde reclinar la cabeza. Este desapego de toda clase de seguridades es la actitud básica y fundamental que debe adoptar todo enviado.

El anuncio no se puede hacer sentados. Seguir a Jesús exige una dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas.

2.- Dificultad. “Mirad que os mando como ovejas en medio de lobos”.

Cuando se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban viviendo la feroz oposición, tanto del mundo judío como del pagano.

Lo malo vino cuando el cristianismo adquirió altas cotas de poder; entonces, hemos ido como lobos en medio de corderos; Desde el poder es imposible adivinar lo que sería bueno para el otro, lo único que se puede conseguir es el provecho personal o el de la institución, a costa de los demás, y esto no es buena noticia para nadie.

3.- Pobreza. “Ni talega ni alforja ni sandalias”.

Es imprescindible la pobreza material. Significa no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. El peligro está en hacer de la predicación del evangelio un logro humano.

Se trata de ir a pecho descubierto, confiando sólo en Dios y en el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero ni en el poder ni en el prestigio ni en los medios, incluidos los de comunicación.

Hoy tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios de comunicación que la técnica nos proporciona. Pero no debemos poner nuestra confianza en ellos.

4.- Urgencia. “No os detengáis a saludar a nadie por el camino”.

No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino. “Saludar” tenía para ellos un significado muy distinto al que tiene para nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o días.

Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar. Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas.

5.- Paz. “Decid primero: ¡Paz!”

La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas sólo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero, ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús? El cristiano, vaya donde vaya, tiene que llevar armonía, comprensión, amor, paz... En eso consiste el Reino de Dios.

6.- Humildad. “Comed y bebed de lo que tengan”.

Esta es una de las actitudes más difíciles. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia... Se trata de buscar sólo el estar disponible para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den; siempre que sea lo indispensable, comida y alojamiento, etc.

¡Qué difícil es no imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelización han fracasado por no tener esto en cuenta. Más difícil todavía es aceptar la dependencia de los demás en las necesidades básicas, no poder elegir ni lo que comes ni con quien comes.

7.- Curad. “Curad a los enfermos que haya”.

Naturalmente que no se refiere sólo ni principalmente a las enfermedades físicas. Enfermedad es todo aquello que impide al ser humano ser él mismo. De hecho los 70 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían.

Seguimos dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que, con una grave enfermedad a las espaldas, puede un ser humano alcanzar su plenitud.

Curar significa alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy las enfermedades fisiológicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades síquicas, sentimentales, que arruinan la existencia de tantas personas?

Como seguidores de Jesús, todos tenemos una tarea ingente por delante. Más que nunca, se busca la cercanía de otro ser humano que ayude a superar los traumas.

8.- Buena noticia (evangelio). “El reino, que es Dios, está cerca”.

Predicar el reino que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios le ama, que es algo cercano, que está tan cerca, que es lo más hondo de su propio ser.

Sin estas condiciones, la predicación se hace completamente inútil. No es nada fácil salir de la dinámica de la propaganda, del proselitismo a toda costa, buscando más el potenciar la institución que el servicio de las personas.

El que va a proclamar el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese reino. Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Tiene que limitarse a hacer una oferta. Os acepten o no, “de todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”.

Es curioso en el pasaje del pasado domingo, Jesús regañó a Santiago y Juan por querer acabar con los que no le recibieron. Hoy con la mayor naturalidad nos dice que a los que no les reciban lo van a pasar peor que Sodoma.

 Todo cristiano está llamado a anunciar el evangelio con el testimonio de su vida, palabras y obras y con las actitudes evangélicas de la fraternidad, la pobreza, la constancia, la valentía profética y la confianza en el Señor.

El evangelio nos dice que los setenta y dos volvieron contentos y dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre” Jesús sin embargo dice: No estéis alegres porque se os sometan los espíritus, estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Es un buen aliento para cuando nos sentimos fracasados. Somos instrumentos en sus manos, no debemos olvidarlo.

Evangelizar no es tarea exclusiva de los pastores ni monopolio de los misioneros. Toda la comunidad eclesial es misionera. Evangelizar es su misión y su gozo. Ahora bien, primero debemos dejarnos evangelizar para ser después evangelizadores. Hoy más que de conquista se habla de experiencia y testimonio. Es el testimonio de los cristianos lo que mejor puede impactar al incrédulo y al hombre de hoy, harto de propaganda, palabrería. Hoy como ayer, lo que más necesita es el evangelio vivido. Nuestra misión es ser mensajeros de paz y de alegría.

Es verdad que hemos de emplear todos los medios a nuestro alcance para difundir la fe, con tal que se avengan a las instrucciones de Jesús: pobreza y solidaridad, y no avasallamiento y poder.

El evangelio no es intimismo, no es solo buscar el bienestar interior, sino que es una llamada a salir de nosotras mismas para llevar a los demás la alegría que tenemos en el corazón.