Cuarto Domingo Pascua - A
Juan 10, 1-10
El Evangelio presenta a Jesús como “el Pastor”, cuya misión es liberar al rebaño de Dios del dominio de la esclavitud y llevarlo al encuentro de los pastos verdes donde hay vida en plenitud, al contrario de los falsos pastores, cuyo objetivo es solamente aprovecharse del rebaño en beneficio propio. Jesús va a cumplir con amor esa misión, en el respeto absoluto por la identidad, individualidad y libertad de las ovejas.
Dos imágenes de Jesús nos pueden ayudar en esta hora en que sentimos una gran fragilidad por este virus que nos ha descolocado. Son puerta y pastor, y nos hablan de algo vital para nosotras, de libertad, confianza, acompañamiento. El amor de Jesús no tiene límites, ¡él es nuestro amigo! ¿Cómo tener miedo a su amor? ¡Qué gozo tan grande saber que Jesús nos conoce y nos entiende!
Jesús afirma que él es la puerta o, también, que es el dueño de las ovejas. Conoce a cada una por su nombre. Las cuida, las alimenta, las protege. En oposición al ladrón, que salta la valla y sólo entra para robar y matar, Jesús ofrece a las ovejas vida y vida abundante.
Las ovejas atienden a su voz… Camina delante de ellas y las ovejas lo siguen. En estas palabras está el núcleo de nuestra fe: seguimos al que nos ama, nos cuida, nos acompaña. Escuchamos su voz; nada tan fascinante como escuchar su voz cada día. Jesús, como buen pastor, sin imponerse, va delante señalándonos el camino; no caminamos en solitario ni errantes, no estamos abandonadas.
Nuestros ojos se fijan en él. Nadie, como él, responde a nuestras preguntas, a nuestros deseos más profundos, a nuestras necesidades más vitales. Jesús nos llama por nuestro nombre.
Hermanas, estamos cuidadas. No vivimos desamparadas. Sentir esa sensación desde lo profundo nos fortalece y empuja a vivir con sentido todo lo que nos pasa. El pastor conoce a las ovejas y ellas se sienten seguras ante su voz; las saca, camina delante de ellas, las llama, le siguen… ¡Qué sensación de acompañamiento y de seguridad! Estamos cuidadas, protegidas. O lo que es lo mismo: en medio de este caos somos conocidas, somos amadas. ¿Lo experimentamos así?