Segundo Domingo de Navidad - B
Juan 1, 1-18
Seguimos en NAVIDAD y seguimos contemplando este misterio del AMOR de Dios para con todos los hombres. Dios se ha hecho cercano a los humanos para siempre. Es impresionante: este Dios nos desconcierta.
En este domingo, seguimos profundizando y tratando de captar cuanto nos va ofreciendo este tiempo. De hecho, los evangelistas describen la llegada de Jesús como un ACONTECIMIENTO SALVÍFICO. Esto es, como la culminación de las esperanzas de un pueblo y el inicio de una NUEVA ETAPA en la historia. Todo empieza a ser nuevo.
¿Por qué una NUEVA ETAPA? Porque ha surgido una LUZ que ilumina la vida y la historia de las personas. Esto se realiza gracias a la Palabra hecha carne: esto es, a JESÚS. Él se convierte en la luz que ilumina a quienes le acogen con fe en su corazón. Por eso, aceptar a Cristo implica aceptar su Palabra como luz y vida.
El mensaje de este día es: “vino a los suyos… a cuantos le recibieron les da poder para ser hijos de Dios si creen en su nombre…”. Es la NUEVA REALIDAD. La Navidad nos lo sigue proclamando con fuerza especial. ACOGER es la clave para participar de la NUEVA condición.
Acoger la Palabra nos va transformando en revelación de Dios. Nos va engendrando en verdad y en amor. Hijos en el Hijo, luces de la Luz.