Grupo de Lectura Orante del Evangelio - Curso 2019-2020
Desde los mismos inicios del monacato la lectura orante de la Palabra ha ocupado un lugar central en nuestra vida benedictina. A través de nuestra hospedería muchos creyentes nos han ido manifestado la necesidad de tener un encuentro más personal con Dios (de conocer más a Dios) y por ello nos han ido pidiendo la posibilidad de ofrecerles momentos y espacios en el monasterio para la lectura y profundización de la Palabra.
Así nació hace doce años el “grupo de lectura orante del Evangelio” donde laicos fundamentalmente y una representación de nuestra comunidad nos reunimos de forma periódica para vivir juntos una experiencia de oración personal y grupal de Jesús, donde hemos ido intentando ahondar con sencillez en su Evangelio. Desde entonces hemos ido haciendo juntos un camino cuyo único objetivo ha sido que la Palabra de Jesús fuese penetrando en nosotros y que su Espíritu fuese transformando nuestro corazón y nuestras vidas. Este proceso de conversión nos ha obligado continuamente a confrontar nuestra vida con la suya, nuestro proyecto con el suyo, nuestros ideales con los suyos...
De esta manera nacio, como consecuencia, nuestro compromiso concreto personal y grupal que hemos intentado llevar a nuestra vida para contribuir a la construcción del Reino de Dios.
Iniciamos con ilusión un nuevo curso 2019-2020 y esta vez lo hacemos de la mano del Papa Francisco. Para ello vamos a trabajar y profundizar su tercera exhortación "Alegraos y regocijaos". La llamada a la santidad en el mundo actual. En esta exhortación el Papa Francisco quiere asumir en profundidad una de las líneas doctrinales destacadas por el Concilio Vaticano II: la llamada universal a la santidad. Y dice a la mayoría del Pueblo de Dios, al cristiano medio, al "vecino de la puerta de al lado", que la santidad, por ser gracia y don de Dios, es un ideal accesible a todos los bautizados, a todos aquellos que sean capaces de acoger con humildad las bienaventuranzas de Jesús como un don, como una gracia y como una alegría en el Espíritu Santo.
El Señor nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada... Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades... No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. - Francisco -
Pues con estas palabras llenas de fuerza nos reunimos con el deseo sincero de que Dios nos cambie el corazón y seamos transparencia de su amor y de su paz, así es como llegaremos a ser santos.