Jesucristo, Rey del Universo - B
Con la celebración de la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, damos por terminado el presente año litúrgico que, no coincide con las fechas del año civil. Durante el año litúrgico, que recorremos contemplando la vida de Jesús, se nos invita a ir haciendo nuestro su modo de proceder de tal manera que cada día, sea una oportunidad para dejarnos transformar por la presencia del Dios que nos habita y llena de sentido el tiempo y la historia.
Hoy, celebramos con gozo la fiesta de CRISTO REY: es rey, pero no a la manera de este mundo; no tiene súbditos, sino discípulos. Su reinado no se basa en el poder, sino en el SERVICIO:
“El Hijo del hombre ha venido a servir y a dar su vida”, nos dirá.
A lo largo del Evangelio, vamos a escuchar que es un Rey humilde, que sirve y lava los pies a sus discípulos. Sus armas son la misericordia y el perdón, la verdad y la cruz.
Juan deja claro en qué consiste la dimensión mesiánica y real de Jesús, no se trata de un rey al estilo de los reinados temporales, sino al estilo que ya se había entrevisto en el Primer Testamento desde la entrega, desde el servicio al proyecto del Padre, que es ante todo la justicia esa es la verdad para Juan, el proyecto del Padre encarnado en Jesús.
Y, sin embargo, Jesús solo reivindicó para sí este título y esta dignidad en un momento en que había ocasión de ser malinterpretado: durante un proceso, cuando, hasta sus amigos le habían abandonado, mientras le escarnecían los enemigos y las autoridades iban a condenarlo a muerte. En la debilidad más extrema, en el momento de mayor soledad. Jesús se sabe y se confiesa rey con toda dignidad y firmeza.
Las últimas palabras de Jesús al representante del imperio romano, Poncio Pilato, son de gran importancia: “Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad: Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan”.
Resume de manera profunda la misión de Jesús y hace una invitación a escucharle: Jesús trae al mundo la verdad. En primer lugar, la verdad sobre Dios; desde ahí, la verdad sobre el ser humano, sobre el mundo y sobre la vida. No todos escuchan esta verdad, sólo “los que pertenecen a la verdad”, es decir, los que la buscan sinceramente. ¿Es esta nuestra actitud?
El mensaje de Jesús hoy nos invita a vivir en la verdad ante Dios, ante una misma y ante los demás: “Yo he venido para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz”.