Domingo 4 Adviento - A 2023

Christmas eve, wreath with four burning purple advent candles on a dark wooden snowy background with festive bokeh lights.Mateo 1, 18-24

Este último domingo de Adviento nos abre los ojos a la confianza. Dios no se ha olvidado de la humanidad y sigue renovando cada día su compromiso de amor y misericordia con todos. Un domingo para agradecer y experimentar la certeza de que Dios es un Dios con nosotros.

La liturgia de este domingo nos habla de esperanza y también de confianza ante llamadas desconcertantes.

El evangelio nos narra la historia de María y José antes del nacimiento de Jesús. Ambos están llamados, de diferentes maneras, a una gran confianza y a tener fe en las promesas de Dios. El enfoque en la maternidad de María, su concebir el Enmanuel, y la confianza y docilidad de José, nos llaman a reflexionar sobre el profundo significado que tiene en nuestras vidas – y nuestra fe- esta historia, el relato de la Encarnación que cada año escuchamos.

 

María, la Virgen madre y José, su esposo, nos hacen partícipes de sus sentimientos más íntimos, de sus dudas ante los planes de Dios, que también como a nosotras, a veces, nos descolocan, sin saber cómo resolver unos interrogantes que nos sobrepasan. María y José se enfrentan al misterio y lo meditan en el silencio, con humildad, escuchando en su interior la voz de Dios. Son por eso un ejemplo para nosotras y para todos los creyentes, ellos fortalecen nuestra fe y nos indican el camino a seguir acogiendo en su vida al Enmanuel, al Dios con nosotros.

José confía totalmente en Dios, obedece las palabras del ángel y se lleva a María con él. Fue precisamente esta confianza inquebrantable en Dios la que le permitió aceptar una situación humanamente difícil y, en cierto sentido incomprensible. José entiende, en la fe, que el niño nacido en el seno de María no es su hijo, sino el Hijo de Dios, y él, José, será su guardián, asumiendo plenamente su paternidad terrenal.

El ejemplo de este hombre bueno nos exhorta a levantar la vista, a mirar más allá. Se trata de recuperar la sorprendente lógica de Dios que, lejos de pequeños o grandes cálculos, está hecha de apertura hacia nuevos horizontes, hacia Cristo.
Jesús es el Dios con nosotros en quién ponemos todas nuestras esperanzas y aunque con dudas y a veces con recelos se nos invita a acoger a quién viene de lo alto. Tener la actitud de José que obediente y dócil a las palabras del ángel es fiel a la acción de Dios. De alguna manera la figura de María nos recuerda la necesidad de dejar hacer al Espíritu Santo y ponernos en manos Dios, nuestro creador y salvador.