Bautismo de Jesús - A 2023
Con la fiesta del Bautismo del Señor, que celebramos hoy, se concluye el tiempo litúrgico de Navidad. Hoy encontramos a Jesús ya adulto, en el momento en que se hace bautizar en el río Jordán por Juan. Los cuatro evangelistas coinciden en afirmar que el cielo se abrió y descendió el Espíritu en forma de paloma sobre Jesús. Y los tres sinópticos recogen las mismas palabras: “Este es mi Hijo, a quien yo amo, mi predilecto”.
Esa fue, pues, su primera manifestación pública, después de casi treinta años de vida oculta en Nazaret.
Con esta fiesta se cierra el ciclo de las fiestas navideñas y se da comienzo al tiempo ordinario.
Vemos a Jesús en la fila, esperando ser bautizado por Juan. Él que no había cometido pecado alguno, se acerca a recibir el bautismo de Juan como un pecador más. Qué gran humidad la de Jesús! Bautizándose con los pecadores en el Jordán, Jesús carga sobre sus hombros solidarios todo el peso del pecado y del sufrimiento humano.
El texto nos dice que “se abrió el cielo y el Espíritu de Dios se posó sobre él”. "Se abrió el cielo". Sólo después de pasar Jesús por este bautismo del pueblo pecador se abre el cielo y el Padre lo señala como su hijo predilecto y se hace explícita su misión.
Se decía que, con la muerte de los últimos profetas, se había extendido en el judaísmo tardío el convencimiento general de que el pecado de Israel había alejado el Espíritu de Dios de los suyos. Dios se calla y el pueblo sufre su silencio. Los cielos permanecen cerrados e impenetrables. Los hombres caminan tristes a través de una tierra sin horizontes.
Ahora el cielo se abre. El Espíritu de Dios desciende de nuevo sobre los hombres. La vida no es algo cerrado. Se nos abre con Jesús un horizonte infinito. El cielo se ha abierto. Dios está con nosotros.
El cielo se abrió con Jesús, ahora nos toca a nosotros abrirnos a su acción. Y escuchar que también nosotras somos hijas amadas, predilectas del Padre
Esta fiesta viene a recordarnos también nuestro propio bautismo. Esta fiesta, nos debe ayudar a comprender cada vez más el don del bautismo y a comprometernos a vivirlo con coherencia, testimoniando el amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.