Domingo 4 Pascua - C 2025

domingo 4 pascua c 2025Juan 10, 27-30

La figura de Jesús como Buen Pastor se nos presenta como un consuelo profundo y una invitación exigente. No es una imagen romántica, sino una realidad que toca la entraña misma de nuestra fe.

Jesús nos habla de una relación íntima, directa, viva: “Mis ovejas escuchan mi voz.”

Escuchar la voz de Jesús no es solo oírla, sino reconocerla, acogerla, dejar que resuene más allá de los oídos: en el corazón, en la conciencia, en las decisiones cotidianas. Es una escucha que transforma.

En un mundo saturado de voces —algunas que prometen éxito fácil, otras que generan miedo, muchas que confunden— ¿cómo distinguir la voz del Pastor? Solo quien se ha acostumbrado a su timbre, quien ha caminado con Él, quien ha aprendido a guardar silencio interior, puede reconocer esa voz que apacigua el alma y llama a la vida.

“Yo las conozco.” Jesús no nos conoce como si fuéramos un número, sino con un conocimiento amoroso y personal. Conoce nuestras fragilidades y también nuestras capacidades escondidas. Nos conoce más allá de las máscaras que usamos y nos mira con ternura, no con juicio.

“Ellas me siguen.” Seguir a Jesús es más que admirarlo. Es hacer de su camino nuestro propio camino. Es optar por el servicio, la misericordia, la verdad, aunque cueste. Seguir al Buen Pastor es confiar en que, aunque el sendero sea incierto, sus pasos nos llevan a la vida plena.
Nadie nos arrebatará de su mano. Con estas palabras, Jesús nos da una promesa que sostiene en los momentos de prueba. Aunque la vida nos sacuda, aunque dudemos o tropecemos, si estamos en sus manos, estamos seguros.

Finalmente, Jesús hace una de las afirmaciones más fuertes de su relación con su Padre: “El Padre y yo somos uno solo”. El que estaba en el principio con Dios tiene una comunión tan íntima con él, que puede afirmar que su Padre y él son uno. Esa es la unidad que también pedirá para sus discípulos: “como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”