Uno de Noviembre: Todas las santas... personas...
Tú, una de ellas...
UNO DE NOVIEMBRE:
Todas las santas... personas...
A veces te cruzas por la vida con personas excepcionales a las que descubres viviendo en la más absoluta cotidianidad sin que, en apariencia, sobresalga un acento más o menos en su vida.
Hay gente a la que el alma se le asoma por los ojos... o se le queda descansando en el regazo, acurrucada, harta de andar sola por los adentros, sin más futuros que los del minuto siguiente, sabedora de que el camino está en el encuentro fecundo,
Personas con los deseos inquietos, con las ansias revueltas, trabajadoras en la gran empresa de la humanidad, preocupadas por hacer realidad eso de “no tener miedo”.
Hay gente que camina por la vida esforzándose por vivir, procurando embellecer y vestir de hermosura el entorno. Gente “guapa” dicen en Asturias, gente “sabia” diría la Biblia.
Gente que huele a Dios, casi a eternidad, que procura ser fiel en cada minuto, y desnudar el tiempo de prisas y alborotos. Gente para la que cada día tiene ya su afán.
Es gente de paz, examinada muchas veces por la vida y no siempre aprobada. Conocedora de sus limitaciones, imperfecta, pero enamorada del origen de su existencia.
Gente que ha hurgado en su piel, y más allá de ella, hasta encontrase con el ascendente más lejano: cierto espíritu que, en un tiempo de caos y oscuridad, aleteaba sobre las aguas, refrescaba una atmósfera inexistente y reflexionaba mientras giraba sobre sí
Gente que habla a Dios y de Dios, que cuenta que, a pesar de todo el dolor y sufrimiento grabado en las plantas de los pies, una semilla de Vida puja por salir desde lo más profundo del corazón. Una semilla que, a golpe de sístole y diástole, asciende a la superficie, creciendo y purificando cada instante.
Gente que no quiere un hermoso cielo nocturno claveteado de estrellas, que prefiere un espacio oscuro pero limpio para ir pegando, con cuidado, las luces que recolecta a lo largo del camino.
En fin. No entiendo de imágenes de madera o de escayola, no sé de tallas barrocas ni imaginería castellana, pero voy aprendiendo, mientras aún asciendo por la vida, que el mundo está repleto de almas buenas, de gotas del amor de Dios, de personas que no necesitan ni quieren peana ni hornacina porque saben que la santidad está manchada de tierra.
Solemnidad de Todos los Santos