Santísima Trinidad - A
“Tanto amó Dios al mundo…” Juan 3, 16-18
Y eso precisamente es lo que celebramos hoy: ¡Qué Dios es Amor AMANDO! Dios no solo es amor, porque también es AMAR. La Trinidad, lejos de ser una cosa muy complicada de la que es difícil hablar, sencillamente nos muestra que Dios ama. Es amor activo. El Padre, el Hijo y la Santa Ruah ponen ante nuestros ojos la más bella relación de amor. Y, al mismo tiempo, nos invitan a participar de ella. “Tanto amó Dios al mundo…” ¿Qué puede hacer el amor sino amar? Descubrir que Dios es amor o mejor, descubrir que Dios te ama personalmente, no te hace la vida más fácil. Tampoco te da respuesta a todas las preguntas. No. Pero le añade una riqueza única. Un plus de sentido. Aunque una cosa es saberlo y otra experimentarlo. Cuando experimentas que Dios es amor porque te descubres profundamente amada es un punto y aparte. Es descubrir que cada ser humano, cada persona es Icono de la Trinidad.
Porque todas estamos llamadas a ser pura relación de amor. No, la Trinidad no es un complicado tratado sobre el misterio de Dios lleno de dogmas y extendido en cientos de volúmenes. No. La Trinidad somos tú y yo, somos todas nosotras juntas, la humanidad entera. Recreada. Siempre amada. Divina. En plenitud. La Trinidad es el movimiento de Dios en la humanidad que nos entrelaza haciéndonos hermanas. Para hablar de la Trinidad no necesitamos palabras complicadas. Ya que la Trinidad, como el Reino, se parece a todo lo humano. Está inmersa en todo lo nuestro. Parafraseando a Jesús podríamos decir: “La Trinidad se parece a una bella danza en grupo a la que tú estás invitada a participar.”