Domingo 5 - C

domingo 5 2022 cLucas 5, 1-11

En el evangelio de hoy nos encontramos con un diálogo entre Jesús y Pedro, sencillo y profundo a la vez, diálogo que podríamos hacer nuestro en medio de las aguas tempestuosas de este mundo mientras nos esforzamos en nadar contra corriente.

Pedro, por el oficio, era el experto en lugares y horas precisas para pescar. Sabía que en la noche y con las aguas tranquilas se pesca mejor, eso había estado haciendo toda la noche ¡y no habían cogido ni un pececito! Pero llega Jesús que sin ser pescador le dice sencillamente, que eche las redes para pescar...

Pedro, el experto, pudo haber dicho que no, que no era ni la hora ni el lugar para pescar y todo hubiera quedado ahí. Pero no, calla su experiencia y sabiduría (“hemos pasado toda la noche bregando”); reconoce su fracaso y desilusión (“no hemos cogido nada”), y “en nombre de Jesús echa las redes”. Y ya conocemos el final del relato: ¡una pesca maravillosa!

Cuando Jesús le pide a Pedro que “reme mar adentro” lo está invitando a una aventura que lo lleva más allá de las playas cotidianas en busca de un horizonte mucho más amplio. Y Pedro cree en la palabra de Jesús.

Este es el verdadero milagro: creer cuando todo parece ilógico. La abundante pesca y las redes llenas de peces son sólo la consecuencia de la fe. Todos los relatos de milagros en el evangelio comienzan con la fe o la suscitan, es la condición para ver la acción de Jesús, cuando no la hay, Jesús simplemente se va a la otra orilla como veremos en las próximas semanas. Si creemos en Jesús entonces se realiza el milagro!

Claro, la cosa no es tan sencilla, se necesita una fe muy grande dada por Dios. Pidamos esa fe para que igual que Pedro, creamos en Jesús, obedezcamos su palabra, rememos mar adentro y echemos las redes para pescar, entonces, veremos otro milagro en nuestras vidas y en nuestra comunidad.

Y es que ser discípulos de Jesús exige confiar en la palabra de Cristo. La misión a la que Jesús nos quiere enviar es osada y, hoy por hoy, con pocas probabilidades de éxito. Jesús quiere contar con nosotras para el proyecto de Reino. Jesús convoca a los Apóstoles para que sean pescadores de hombres, por eso toda vocación exige "remar mar adentro" para abandonar las seguridades de la orilla, tener un horizonte ilimitado asumir responsabilidades y meterse en una gran obra: la salvación de todos los hombres y mujeres del mundo.

Sin menospreciar el oficio de los pescadores lo que le propone Jesús a Pedro es una superación en el oficio que hasta ahora había desempeñado, pescar hombres y mujeres para el Reino es una empresa más noble y difícil que pescar peces, es algo más milagroso que la pesca que acaban de hacer.

Al llamarlos Jesús arrastran las barcas a la tierra como para significar que dejan su antiguo oficio para dedicarse a la nueva profesión de apostolado. Al llegar a tierra Jesús los invita a seguirle: “Venid en pos de mí…” Y al punto dejándolo todo, sintieron una atracción irresistible por Jesús y lo siguieron sin saber adónde iban.

Cristo, los necesita dedicados a tiempo completo, dedicándole a esta “misión” todas las fuerzas. Pescar hombres y mujeres para el Reino exige renunciar a todo lo demás y asumir a Jesús como única posesión.