Domingo XI - A 2023

domingo 11 A 2023Mateo 9, 36-10,8

En el texto evangélico podemos descubrir estas tres secciones:

1º La urgencia de la misión, ya que Jesús, compadecido de la muchedumbre, expone su preocupación misionera con dos imágenes de los destinatarios de la misión: son ovejas sin pastor y la mies que está pidiendo cosechadores.

2º El primer envío de los doce apóstoles, cuyos nombres vienen citados por el evangelista. A continuación, Jesús da varias instrucciones sobre el anuncio del reino de Dios y sobre los signos de liberación, propios del citado anuncio: “Id -les dice- y proclamad que ha llegado el reino de los cielos”.

3º Instrucciones sobre el anuncio del Reino de Dios y sobre los signos de liberación. A estos doce Apóstoles les encarga algo muy comprometedor: deberán anunciar que el Reino de los cielos “ha llegado ya” y, al mismo tiempo, deben curar a los enfermos, liberar a los poseídos por el demonio y hasta resucitar a los muertos y todo ello desinteresadamente, puesto que, si esos poderes los han recibido gratis, ellos también deberán hacerlo gratis.

De momento esta misión queda restringida a los pueblos de Judea y Galilea, sin entrar en Samaría ni pasar por otros países paganos. Al final, antes de la Ascensión, recibirán el encargo de que vayan también a evangelizar a todas las naciones.
Lo primero que tuvieron que aprender los Apóstoles fue “a estar con Jesús”, aprender su estilo de vida, imitarle en sus actitudes; muy concretamente, su capacidad de compasión y de amor a la gente. Con dos expresivas comparaciones, tomadas de la vida del campo, “las ovejas sin pastor” y un inmenso campo “de mies” que está necesitando segadores para cosecharla; expresiones que emplea Jesús parta mostrar la situación de su pueblo y la necesidad de que sus colaboradores lleven a cabo la tarea.

Todos estamos comprometidos en la evangelización; unos como responsables de la comunidad desde su ministerio ordenado y otros desde su misma condición de cristianos, nosotras como cristianas y consagradas dedicadas a la alabanza y a la intercesión.

La misión evangelizadora de la comunidad eclesial es patrimonio y deber de todos. Cristo nos llama a todos a continuar su misión evangelizadora. Acojamos su llamada y anunciemos el Reino de Dios desde nuestra vida entregada, con nuestro testimonio de alegría y esperanza.