Domingo 1 Adviento - B2024

1 adviento b 2023Marcos 13, 33-37

Comenzamos el Adviento. Tiempo de expectación y esperanza, de promesas, de sueños. Tiempo para renovar la esperanza y la ilusión.

Y lo hacemos de la mano de Marcos que será quién nos acompañará a lo largo de todo este año litúrgico. Las primeras generaciones cristianas vivieron obsesionadas por la pronta venida de Jesús. El resucitado no podía tardar. Vivían tan atraídos por él que querían encontrarse de nuevo cuanto antes. Los problemas empezaron cuando vieron que el tiempo pasaba y la venida del Señor se demoraba.

Pronto se dieron cuenta de que esta tardanza encerraba un peligro mortal. Se podía apagar el primer ardor. Con el tiempo, aquellas pequeñas comunidades podían caer poco a poco en la indiferencia y el olvido. Les preocupaba una cosa: «Que, al llegar, Cristo no nos encuentre dormidos».

La vigilancia se convirtió en la palabra clave. Los evangelios la repiten constantemente: «vigilad», «estad alerta», «vivid despiertos». Según Marcos, la orden de Jesús no es sólo para los discípulos que le están escuchando. «Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad». No es una llamada más. La orden es para todos sus seguidores de todos los tiempos.

Y la primera invitación del Adviento que nos hace el evangelio es “velad”. Se trata de una vigilancia activa que va dando calidad a lo que hacemos cada día. Velar es la mejor manera para trabajar nuestro interior, purificando nuestro corazón para que Dios vaya tomando posesión de nuestras vidas.

Tres veces repite el evangelio de hoy “Mirad”, Vigilad”, “Velad”, reiterándonos la necesidad de vivir despiertas, vigilantes, pues no sabemos cuándo vendrá el Señor, si al atardecer, o a media noche, o al canto del galo, o al amanecer.

Nuestra mente está embotada por la rutina, la dispersión, el cansancio, el vacío. ¡Velad! Vela quién ama y el que ama sabe esperar. Esperamos a Jesús si lo amamos y deseamos ardientemente encontrarnos con él. Se le espera amando concretamente, sirviéndolo en las hermanas. Hoy Dios nos acucia para que velemos, para que no dejemos pasar esta oportunidad que nos regala.

Debemos de estar atentas, pendientes de cuándo sucederá ese encuentro con el Señor encarnado que tanto anhelamos. Pero, ¿dónde ese Dios? ¿Dónde encontrarle? Jesús nos da una pista: es necesario prestar atención a lo que acontece a nuestro alrededor.

Hay tres actitudes que nos ayudarán a propiciar este encuentro:

1. La CONFIANZA, pues como dice Isaías, Dios se hace el encontradizo con quien practica el bien; por tanto, debemos hacer lo que nos manda el Señor: amar, perdonar, orar…

2. La VIGILANCIA, escuchando sus palabras y manteniendo la mirada sobre Él. A veces, nuestro interior está lleno de ruido y, si no estamos atentas, podemos perder la ocasión de escuchar a Dios.

3. La ACOGIDA, porque es la mejor forma de recibir a quien nos visita. Dios, al venir, llama a nuestra puerta para que le recibamos. Pero, ¿cómo acoger a un Señor que no vemos?, pues acogiéndonos entre nosotras como Él hizo con nuestra humanidad.

Pidamos al Señor que nos ayude a recorrer el camino del Adviento que hoy empezamos, que nos ayude a descubrir, lo que significa que el vuelva a nacer de nuevo en nuestro corazón,

¡FELIZ Y ESPERANZADO ADVIENTO!