Domingo 12 - B 2024
“Vamos a la otra orilla”: sorprendente invitación de Jesús a sus discípulos. ¿Qué se nos ha perdido en la otra orilla? Con lo tranquilos que estamos en esta… A saber qué es lo que nos vamos a encontrar en la otra orilla… Si es tierra de paganos…: algo de todo esto debieron pensar los discípulos al recibir esta orden de Jesús. Y encima, para ir a la otra orilla hay que atravesar el lago, y el tiempo amenaza tormenta… Cabe imaginar que los discípulos se embarcaron con pocas ganas y algún miedo…
Más de una vez en la vida escuchamos esta misma invitación del Señor Jesús: “ves a la otra orilla”, no te quedes donde estás, no te acomodes ahí…
Ir a la otra orilla es salir de situaciones vitales de estancamiento personal y espiritual, tomar decisiones que no nos atrevemos a tomar, afrontar nuevos desafíos, acercarnos a otras personas, otras culturas, otros modos de ver la vida: lo que para nosotros son “paganos” de nuestra instalación y seguridad.
La invitación a ir a la otra orilla es una invitación que nos llega como personas individuales, pero también como comunidad, como Iglesia. También hay que ir a la otra orilla: salir de la auto referencialidad al encuentro, de lo de siempre a lo nuevo, de lo ya conocido y trillado a lo por descubrir.
No nos gusta esa invitación y nos cuesta emprender ese camino. Porque nos roba la tranquilidad y nos provoca inseguridad. ¿Qué va a pasar? ¿qué dificultades vamos a tener que afrontar en la travesía? ¿qué nos vamos a encontrar? ¿va a valer la pena todo esto? ¿no será una gran equivocación? El evangelio de hoy no es nada tranquilizador en este sentido: en el camino hay una tormenta “de suerte que la barca estaba a punto de hundirse” y lo que se encuentran al llegar a la otra orilla es un endemoniado violento que les rechaza.
Es decir: todo está a favor de rechazar la invitación/mandato de Jesús y quedarnos donde estamos. Todo menos una cosa: Jesús y nuestra voluntad de seguirle y nuestra fe en Él. También, ante nuestras dudas y miedos, el Señor nos dice, como a los de la barca, “¿por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?”
Para seguir al Señor habrá que pasar, inevitablemente, muchas veces a la otra orilla. No sea que Él pase y nosotros al quedarnos donde estamos le perdamos de vista. Y esa sería la pregunta que nos deja el evangelio de este domingo: ¿me está pidiendo el Señor hoy que dé algún paso más que no me atrevo o que me cuesta dar? Pero también, con la invitación y el desafío, me está dejando una promesa: El no abandona la barca y es más fuerte que cualquier tormenta.