Nuestra respuesta al sufrimiento
Desde nuestra pequeña comunidad intentamos dar respuesta al sufrimiento del mundo con nuestra oración, acogida, y pequeños gestos solidarios. Pequeños signos del Reino orientados a la construcción de un mundo más digno y dichoso para todos.
Respondemos al sufrimiento fundamentalmente con nuestra oración, desde nuestra condición de contemplativas, desde nuestra misión de intercesoras, ya que es imposible contemplar a Dios sin vivir la fraternidad, sin pensar en sus hijos e hijas, sin compartir sus sufrimientos. La vivencia de la filiación divina nos lleva a vivir la fraternidad.
El Espíritu, al que la liturgia llama “Padre de los pobres” nos invita a hacer un sitio especial en nuestra oración a los más pobres, a los más castigados por la crisis económica de nuestro país, a las víctimas de un sistema injusto que deja en la cuneta a tantos hermanos y hermanas nuestros, pues estos son los preferidos de Jesús.
La acogida en nuestra hospedería es el cauce más visible de nuestro amor a la humanidad. Es un medio muy importante para acoger, escuchar, acompañar el dolor de tantas personas que se acercan a nuestra casa con mucho sufrimiento, personas castigadas por la crisis económica tan fuerte que estamos padeciendo, a las que ayudamos espiritual y materialmente.
Vemos que para que haya una verdadera concienciación en la comunidad de los problemas de nuestro mundo, para no caer en la indiferencia, a la que aludía el Papa francisco en Lampedusa, es muy necesario estar bien informadas, conocer las diferentes realidades que se están viviendo fuera. Hoy, gracias a Dios, contamos con medios excelentes para ello.
Nosotras, de vez en cuando, invitamos a nuestra casa a personas que están implicadas en estas realidades dolorosas, agentes de Cáritas, a religiosas que trabajan con inmigrantes, con prostitutas etc… La escucha de sus experiencias nos sensibiliza, nos abre el horizonte, nos lleva a poner en el centro de nuestra liturgia los dolores y sufrimientos de nuestros hermanos.
Nuestra respuesta al grito de la inmigración, al problema de tantas personas que intentan llegar a nuestras costas arriesgándose a salir de sus países en condiciones infrahumanas en busca de trabajo y de una vida digna y que tantas veces son devueltos a sus países de origen, después de haber puesto en peligro sus vidas, la concretamos en colaborar con un proyecto intercongregacional “ATALAYA” que atiende a los inmigrantes que llegan a nuestra ciudad, ofreciéndoles diversos apoyos: un centro de acogida, comedor, talleres ocupacionales, cursos de formación etc…
Al grito de la drogadicción en la que hoy están sumidos tantos jóvenes, respondemos financiando el proceso de rehabilitación de un joven en “Proyecto hombre”. Un joven delincuente, drogadicto, esquizofrénico, que pertenece a una familia cristiana ejemplar, con dos hijos, uno de ellos deficiente mental y el otro drogadicto. Le pagamos la fianza para que saliera de la cárcel y le llevamos a Proyecto hombre, donde lleva ya dos años rehabilitándose.
Al problema fuerte del desempleo respondemos ayudando a diferentes familias, empezando por las de nuestra comunidad, ya que muchas de nosotras tenemos miembros de nuestras familias en paro que necesitan ayuda para financiarse la hipoteca de sus casa e incluso para sobrevivir. Además atendemos a diferentes familias gitanas que vienen semanalmente a nuestra casa en busca de ayuda, principalmente de alimentos. Y colaboramos mensualmente con Cáritas que está llevando a cabo una labor estupenda en nuestra ciudad y provincia.
Al grito de los encarcelados, un colectivo muy olvidado y rechazado por nuestra sociedad, respondemos ayudando a un grupo de presos de una cárcel en Madrid que se reúnen semanalmente para rezar y tratar diferentes temas, con acompañamiento espiritual por correspondencia y proporcionándoles comentarios a los evangelios para que preparen la Eucaristía que celebran los sábados. Está siendo una experiencia nueva, muy enriquecedora para ambas partes.