Seguir al Nazareno
Los primeros días del mes de febrero de este año los pasé en Jávea, vuestro pueblo y mi pueblo. Estuve visitando a mis padres. Llevo viviendo 25 años retirada en un monasterio en un pueblo muy pequeño en la provincia de Burgos. Hasta hace poco la fidelidad de mis padres ha sido excepcional, ellos han venido todos los años dos veces a verme, acompañados de mis hermanos. Ahora ya les cuesta, las limitaciones de la edad se imponen. Por eso, aunque mi vida transcurra, como digo, en un monasterio, he podido disfrutar del regalo de poderlos visitar. Fueron pocos días pero con la sensación de bien aprovechados. El encuentro con ellos me produjo un sentimiento grande amor intenso, agradecido… por poderlos abrazar, besar. Así pasó con mis hermanos, mi sobrina. También el encontrarme con mis amigas de siempre me gustó, me hizo sentir bien, me dejó un recuerdo agradecido, cálido, sabroso… A pesar de que nuestras vidas han tomado rumbos distintos desde hace ya muchos años, había compenetración, bienestar, risas, amistad verdadera.
Pude también saludar a las que fueron mis compañeras de trabajo, otro momento entrañable, de nostalgia agradecida. El encuentro diario a la hora de la misa vespertina con vecinos, conocidos, gente del pueblo… fue otra forma de sentir el calor, la cercanía, en definitiva, los lazos que nos hermanan en un pueblo.
Otra visita obligada, el cementerio, para visitar a todos los difuntos, nuestros familiares, amigos, conocidos y desconocidos, allí elevé mi oración por todos al Padre del cielo con la confianza de que ellos también nos dan fuerza para seguir nosotros andando el camino.
La subida al cabo de San Antonio, extasiarme al contemplar belleza tan grande, obra del Creador, bajar al puerto, sentir esa brisa marina con su característico olor a mar, a vida… fue otro momento para guardar.
Y, como no, dedicar una mañana para la visita más deseada: subir con mi madre a la ermita del Calvario y postrarme ante el Nazareno, nuestro Jesús Nazareno. Pero, cuál fue nuestra sorpresa al encontrarnos la puerta cerrada. Muy amablemente el encargado nos explicó las razones que entendimos perfectamente pero, reconozco y os confieso, me quedé bastante decepcionada y defraudada. Estaba en Jávea y me iba a marchar sin poder ver a quien es nuestra luz y nuestra salvación, a quien sostiene y dirige nuestra vida, a quien he entregado mi corazón, mi vida. Nos dispusimos pues a desandar el camino de vuelta a casa y, a medida que nos íbamos alejando de la ermita, en un instante noté que iba recuperando ese malestar que me quedó por la visita frustrada. Porque, en definitiva, quién es ese Jesús Nazareno a quien tanta devoción le tenemos en Jávea, ¿una imagen de madera bonita, entrañable, querida, venerada, honrada por todos los javienses? Claro que sí, es eso, pero es algo más que eso, es mucho más que eso.
Reconocemos todos nuestro amor y devoción al Nazareno y así se lo manifestamos ya desde el día de la Bajada, asistimos a la Novena en su honor, nos sentimos orgullosos y felices de tenerlo en la iglesia durante un tiempo sabiéndonos protegidos por Él, y ahora finalmente, en esta semana de fiestas culminando con la Solemne procesión que tantos de vosotros y vosotras acompañaréis y despediréis como han hecho a lo largo de tantas generaciones nuestros abuelos, padres, familiares, amigos… Para mí es motivo de emoción y gran satisfacción saber que ahí estaréis y que con vuestros cirios encendidos, con sobrecogedor silencio, con ritmo pausado, meditativo, oracional, con vuestras peticiones y súplicas, con todos los buenos deseos que cada uno llevaréis en el corazón, seguiréis su imagen en procesión camino del Calvario para despedir un año más a nuestro querido Jesús Nazareno.
Pues, si me permitís os invitaría a que el 3 de mayo, con el Nazareno ya en la ermita, después de deleitarnos con ese castillo de fuegos artificiales como punto final a la fiesta, no regresemos a nuestras casas esperando que llegue el próximo año para, de nuevo repetir lo mismo. Hemos dejado la imagen en su ermita pero llevamos todos en el corazón al Señor Jesús y ahora es la vida, la nuestra, la de todos, la que tiene que hablar.
De ahí que, SEGUIR a Jesús Nazareno es tratar de pasar por la vida haciendo el bien, no digo no haciendo mal, sino haciendo el bien. Seguir al Nazareno es respetar y amar a nuestros mayores en su ancianidad, acompañarlos en su soledad, darles nuestras muestras de cariño, de cercanía… Seguir al Nazareno es visitar y acompañar a los enfermos en su dolor y angustia. Seguir al Nazareno es trabajar para ser constructores de paz en nuestras familias, en el trabajo, con los amigos, con los vecinos… Seguir al Nazareno es tener la mente y el corazón abiertos para ser tolerantes con el diferente, con el que no piensa como nosotros, con el inmigrante. Seguir al Nazareno es luchar por un mundo más justo, por un pueblo más fraterno, por una convivencia más cálida entre todos, seamos de la condición que seamos. Seguir al Nazareno es compartir nuestro pan con el que no tiene y nuestro tiempo con el que lo necesita. Seguir al Nazareno es tratar a la mujer como se merece, sin ejercer discriminación, ni violencia, ni muerte por su condición de mujer. Seguir al Nazareno es mirar a todas las personas con amor compasivo, sanando heridas, bendiciendo, perdonando, provocando una sonrisa, abriendo una puerta a la esperanza en medio de tanta desesperanza. Seguir al Nazareno es acordarnos en algún momento de que Él es Dios y atrevernos a descansar en Él nuestros agobios, preocupaciones, problemas… y también saber agradecerle todo lo bueno que nos regala cada día. En definitiva, seguir al Nazareno es mirar la vida como la miraba él, tratar a las personas como las trataba él, acogiendo, escuchando y acompañando como lo hacía él.
Sé que ya lo hacemos, pero todos sabemos que podemos mejorar un poco más en nuestro seguimiento a Jesús. Seremos más felices y viviremos con más paz.
Que el Nazareno nos proteja, nos guarde, nos guíe y nos dé su fuerza para caminar siempre buscando el bien para todos.
Gloria, honor y alabanza a Jesús Nazareno
Felices y santas fiestas a todos, queridos amigos