En tiempos de coronavirus
Ves amanecer y todo parece como siempre. Te levantas, te aseas y mientras tanto te preguntas si será verdad o lo habrás soñado… Te levantas y no tienes fiebre ni tos pero sí un montón de preocupaciones derivadas de las medidas contra el coronavirus. Quedarte en casa no es el verdadero problema aun cuando pueda llegar a ser incómodo. La angustia se alimenta de la incertidumbre de no saber cuánto durará ni las consecuencias reales que tendrá para mí, para mi familia, para la gente que quiero.
Si esta angustia la aderezamos con algo de violencia, sospecha y una especie de superioridad que nos lleva a creernos que nosotros sabríamos resolver mejor todo este problema a nivel mundial el resultado es un mal estar contagioso que se suma a todas las incomodidades que esta situación nos ha traído de golpe. Y este mal estar no es nada saludable. Es un aliado perfecto para el coronavirus. Todo lo que aumenta el miedo, la ansiedad, la angustia y la violencia obliga a nuestro cuerpo y a nuestra mente a desgastar nuestros recursos y nos deja más expuestas a un contagio y a un montón de errores absurdos que no hacen más que empeorar la situación. ¿Qué sucedería si entre todas nos ayudamos a vivir esta situación de otra manera?, ¿qué pasaría si toda esa energía que malgastamos echándole la culpa a quien sea (a los chinos, a Pedro Sánchez, a los de las segundas viviendas) la utilizamos para construir alternativas? ¿No podemos ser más originales? ¡Claro que sí!, y gracias a Dios también circula, en medio del miedo, la angustia y la violencia, una corriente positiva, llena de generosidad y con la capacidad de transformar este tiempo extraño en algo para recordar. Porque también son reales esos vecinos que se montan un bingo por el balcón y pasan la tarde. O quienes hacen circular chiste para arrancarnos unas risas. O quienes inventan juegos en casa con los niños y los cuelgan en las redes. Todas las personas que de una u otra manera nos regalan algo de calma y buen humor aunque solo sea por un instante son verdaderas heroínas y se unen a todas y cada una de las profesionales de diferentes gremios que están haciendo todo lo que pueden para afrontar esta situación. ¡Ah! y no son menos importantes quienes están dejando de hacer, que somos muchas, que somos todas. Pues eso, ya que hay un motón de cosas buenas que ahora podemos hacer no le dejemos tanto espacio a ese lado oscuro que quiere asomar. Tomemos como una responsabilidad personal el no sumar más ansiedad ni más violencia ni más angustia… Cada vez que nos lavemos las manos para combatir al coronavirus, lavemos también nuestros pensamientos y dejemos marchar todo aquello que nos perjudica. Y ahora que tenemos más tiempo podemos dedicarnos a ser alivio y consuelo. ¿Cómo? como se te ocurra porque ahora Dios nos invita a ser creativas y a poner orden en este caos, a bendecir con nuestras palabras y nuestras vidas. ¿Aceptamos el reto?
Trinitarias Suesa