Domingo 14 - C 2025

domingo 14 c 2025Lucas 10, 1-9

Retomamos este domingo las lecturas del evangelio de Lucas, el propio de este ciclo, después del tiempo pascual y de las solemnidades que le siguen. Me parece muy sugerente que en este domingo de “re-comienzo” la llamada evangélica sea precisamente la del envío, la de la misión que el Señor Jesús encomienda a todos los que le siguen, y, por supuesto, también a nosotros: “Os envío…”.

El Señor Jesús nos envía a todos. A todos los que le queremos y le seguimos. Muchas veces hemos malinterpretado este envío y la petición del Señor: “rogad al dueño de la mies que envío obreros a su mies” como si se refiriese únicamente a sacerdotes o personas de vida consagrada. Evidentemente, Jesús no pensaba en ellos o sólo en ellos. Todos los cristianos somos “enviados” en misión a nuestro mundo.

¿Cuál es el contenido de la misión? ¿a qué somos enviados? El evangelio de hoy lo formula de un modo precioso: “curad a los enfermos que haya y decidles: el Reino de Dios ha llegado a vosotros”. Somos enviados a anunciar que el Dios de Jesús, el Dios de la misericordia y la consolación, el Dios de la vida y de la paz, está ya entre nosotros, se hace presente en nuestro mundo, está ya llevando adelante su obra de salvación.

Y lo está mediante nuestras obras de misericordia y mediante nuestras palabras de paz y de evangelio. ¿Cabe pensar en una misión más hermosa y humana? Es una gracia inmensa ser escogidos y llamados a esa misión.

“Los mandó… de dos en dos”: ¿por qué de dos en dos? ¿qué significado tiene eso? En nuestra mentalidad calculadora y de la eficacia parecería que eso es un desperdicio de fuerzas: de dos en dos llegan a la mitad de los lugares que si fueran de uno en uno. El Señor envía de dos en dos porque envía en comunidad, en Iglesia. Somos enviados del Señor para realizar su misión en Iglesia, no individualmente, aisladamente, a nuestra propia manera de entender y de hacer. La experiencia nos dice que los protagonismos individuales acaban desvirtuando la misión del Señor y anunciando no al Señor y su evangelio sino a sí mismo.

Subraya también este evangelio de envío que la misión no va a ser fácil y que los enviados no van a ser siempre bien recibidos. Lo nota con una imagen bien fuerte y expresiva: “os envío como corderos en medio de lobos”. Sinónimo de misión peligrosa. Y más adelante plantea la posibilidad de que los enviados que desean y llevan la paz no sean bien recibidos. No importa: la fuerza para evangelizar no nos la dan los éxitos, sino la gracia del Señor; lo que buscamos no es triunfar sino entregarnos y en nuestra entrega transmitir vida.

Darío Mollá SJ