Domingo Segundo de Pascua - B
El Evangelio de hoy nos presenta pasaje muy rico, lleno de connotaciones y mensajes para nuestra vida de hoy.
Destaco tres aspectos: la paz, los condicionantes de Tomas y la dicha en la confianza.
Hasta tres veces aparece en el texto el saludo de Jesús con la paz. Él nos desea la paz, nos trae la paz y vive en la paz. Cuántas veces nuestros corazones andan inquietos, cerrados y divididos por falta de paz. Y esta inquietud se transmite, sin darnos cuenta, en las acciones y los gestos del día a día. Deberíamos dar al gesto de la paz la gran importancia que tiene y revisar aquello que nos genera inquietud y desasosiego para sanarlo desde la paz del Señor.
Hoy se nos invita a dejarnos habitar por la PAZ de Jesús Resucitado, para ser personas constructoras y transmisoras de paz en un mundo hostil.
Las respuestas que Tomás da a sus compañeros cuando le dicen que han visto a Jesús nos resultan muy familiares ¿verdad? “Si no toco, si no veo, si no …” Si hacemos un repaso por nuestras vidas vemos que están llenas de justificaciones, de condiciones ante las propuestas que se nos hacen a seguir a Jesús. Condicionantes cargados de razonamientos ciertos, pero que en muchas ocasiones esconden miedo, desconfianza y desconcierto ¿tal vez sean excusas y resistencias a salir de nuestra zona de confort? Sin embargo, Jesús volverá otro día a aparecerse a los discípulos y esta vez sí estará Tomás, …
De igual modo Jesús, a través de personas y acontecimientos, hoy nos sigue proponiendo, nos sigue invitando a seguirle, nos propone una opción de vida diferente, Él tiene una paciencia infinita y no se cansa de esperar.
“Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Seréis dichosos si confiáis. El miedo es un mal compañero, nos cierra puertas, nos paraliza y tiñe de oscuridad el horizonte. Es Pascua de Resurrección, creemos en el Dios de la vida, el Dios que sana heridas, el que acompaña y sostiene, el constructor de la paz, el que nos da aliento y fuerza, el que restaura la dignidad perdida… ¿A qué tenemos miedo, de qué desconfiamos?
Abramos las puertas del corazón a la vida plena que Jesús Resucitado nos ofrece, dejemos que la savia de esta nueva primavera riegue nuestras vidas, sin olvidar que los gestos, por pequeños que sean, se asemejan a las ondas en el agua, se expanden.