Domingo 5 - C 2025
¿Quién no se ha sentido alguna vez como Pedro? Cansada de luchar, pero no con ese cansancio físico que se alivia durmiendo, sino con ese agotamiento interior, donde la vida pesa y la rutina pierde sentido. Toda la noche pescando… y nada. En la oscuridad, el horizonte se desvanece y la mirada se acorta tanto que incluso la presencia se vuelve invisible. Quizá hasta habían pescado algo, pero ¿cómo verlo en la noche?
A veces nosotras también experimentamos ese cansancio. Sin embargo, en medio de esa situación, Jesús sale a nuestro encuentro. Nos invita a adentrarnos de nuevo en el mar con Él, en la misma barca, en el mismo mar. Aparentemente, nada va a cambiar, pero todo es distinto: ahora Pedro lanza las redes mirando a Jesús, escuchando su Palabra y confiando en ella.