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2 Adviento - A 2025

Mateo 3, 1-12

En este segundo domingo de Adviento, la voz de Juan el Bautista vuelve a resonar con fuerza: “Preparad el camino del Señor.” No es un mensaje lejano ni abstracto: es para todos, para quienes hoy escuchamos esta Palabra con el deseo —o al menos con la intuición— de que Dios quiere acercarse a nuestra vida.

Preparar el camino no significa tenerlo todo perfecto. Significa reconocer que hay obstáculos interiores: prisas, miedos, rencores, cansancios, pequeñas durezas del corazón. Cada uno conoce sus propios senderos torcidos. Y, sin embargo, la buena noticia es esta: el Señor no se queda esperando a que tengamos el camino despejado. Él quiere venir precisamente a esa realidad concreta, frágil, enredada a veces, pero amada por Él.

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1 Adviento - A 2025

Adviento 1 A 2025Mateo 24, 37-44

Hoy, al comenzar el tiempo de Adviento, la Iglesia nos invita a abrir los ojos del corazón y a prepararnos para la venida del Señor. El Evangelio nos presenta una imagen muy clara: Jesús compara nuestra vida con los días de Noé. Todos vivían su vida cotidiana, comían, bebían, se casaban… hasta que llegó el diluvio. Nadie lo esperaba, y sin embargo ocurrió. De la misma manera, el Hijo del Hombre vendrá “cuando menos lo esperemos”.

Esta comparación no es una llamada al miedo, sino a la vigilancia del corazón. Vigilar significa estar atentas a la presencia de Dios en nuestra vida cotidiana, en los gestos sencillos, en los encuentros, en los silencios. Significa no dejarnos adormecer por la rutina, sino mantener despierta nuestra conciencia y nuestro espíritu. Adviento nos invita a una espera activa, no pasiva. Preparar la llegada del Señor es preparar el corazón, cultivar la humildad, la apertura y la generosidad, y reconocer aquello que nos aleja de Dios para poder convertirnos.

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Jesucristo, Rey del Universo - C 2025

Jesucristo Rey del Universo c 2025Lucas 23,35-43

Hoy celebramos a Cristo Rey contemplándolo en un lugar que desconcierta: la cruz. No lo vemos revestido de poder humano ni rodeado de honores, sino clavado en el madero, humillado y aparentemente derrotado. Sin embargo, es justamente ahí donde se revela la verdad de su reinado. Jesús no reina imponiéndose, sino entregándose; no salva bajando de la cruz, sino permaneciendo en ella por amor. Su corona de espinas y su trono de madera nos muestran que el Reino de Dios no se sostiene en la fuerza, sino en la misericordia.

A su alrededor todos repiten el mismo desafío: “Sálvate a ti mismo”. Creen que el Mesías debería probar su grandeza escapando del sufrimiento.

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Domingo 33 - C 2025

domingo 33 c 2025Lucas 21, 5-19

En el Evangelio de hoy, Jesús contempla el templo admirado por todos y anuncia que un día no quedará piedra sobre piedra. Sus palabras no buscan infundir miedo, sino liberarnos de la falsa confianza que ponemos en lo que pasa. El Señor nos recuerda que ninguna seguridad humana es definitiva: ni las estructuras, ni los éxitos, ni lo que aparenta ser sólido. Todo eso puede caer. Y cuando cae, no es señal de la ausencia de Dios, sino ocasión para descubrir qué sostiene realmente nuestra vida.

Jesús advierte sobre confusiones y falsas voces que intentarán ocupar su lugar. Ese es quizá el gran desafío: en momentos de crisis, cuando algo se derrumba, escuchar al verdadero Maestro.

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Dedicación Basílica de Letrán 2025

dedicacin basilica Letran 2025Juan 2, 13-22

El evangelio de Juan 2, 13-22 nos presenta a Jesús entrando al templo de Jerusalén y encontrándolo convertido en un mercado. Con fuerza y celo por la casa del Padre, expulsa a los vendedores y cambistas, recordando que el templo es un lugar sagrado, destinado al encuentro con Dios. Este gesto de Jesús no es un arrebato de ira, sino un signo profético: Él no tolera que lo sagrado se mezcle con el interés personal, ni que el corazón humano —que también es templo— se llene de ruido y egoísmo.

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