Domingo XXX - A

domingo 30aMateo 22, 34-40

“Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley? Le pregunta un fariseo a Jesús, una vez más, para tenderle una trampa. Jesús responde con el Shemá, la oración más importante para los judíos: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”.

Pero la respuesta de Jesús no termina ahí. Él une al amor a Dios, con el amor al prójimo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos resumen toda la ley, quien los cumpla pone en práctica la ley entera.

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Domingo XXIX -A

domingo29aMateo 22, 15-21

Una vez más en el evangelio de hoy encontramos a los fariseos confabulados con los herodianos para tender una trampa a Jesús.

En tiempo de Jesús el Imperio Romano dominaba al pueblo judío. Como consecuencia de ello, los judíos tenían que pagar un impuesto a Roma. Ese impuesto lo cobraban los publicanos. Y se pagaba con una moneda, un denario de plata, que tenía la imagen del Cesar de Roma, en aquellos tiempos, Tiberio.

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Domingo XXVIII - A

domingo 28aMateo 22, 1-14

Jesús, en la parábola que nos propone hoy la liturgia, como en las de los anteriores domingos, interpreta la historia de Israel. Va dirigida “a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo”, pero esta palabra es siempre viva y eficaz e interpreta también nuestra historia. Dios nos llama continuamente, no se cansa de invitarnos a trabajar en su viña, lo hace de muchas maneras y en situaciones diferentes, y nosotros o bien no somos fieles a la llamada y Dios llamará a otros, o bien le damos largas, nos inventamos excusas, hacemos oídos sordos y de una u otra manera no hacemos caso. Sin embargo, Dios no se desanima y, ante la negativa, sigue invitando a todos al banquete, saliéndonos al encuentro en las encrucijadas de nuestros caminos.

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Domingo XXVII - A

domingo 27Mateo 21, 33-43

La parábola de los viñadores homicidas la pronuncia el Señor inmediatamente después de la parábola de los dos hijos, es decir, en el mismo contexto de la parábola anterior. Está dirigida, por tanto, a los miembros del sanedrín, a los «sumos sacerdotes y ancianos del pueblo» (Mt 21,23), a «los príncipes de los sacerdotes y los fariseos» (Mt 21,45) que se habían acercado a Él cuando enseñaba en el Templo para interrogarle sobre la autoridad con que enseñaba y realizaba sus obras.

Dos veces se toca hoy en la liturgia el tema de la viña. Primero lo hace Isaías en un poema con un mensaje claro de Dios. Después, Jesús, en el evangelio, vuelve a insistir en el mismo mensaje: ¿Qué hará Dios con un pueblo colmado de atenciones pero que no responde con frutos?

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Domingo XXVI - A

domingo 26 aMateo 21, 28-32

Como de costumbre, Jesús cuenta una historia sacada de la vida cotidiana, esta vez, de la familia. Una historia común que habla por sí sola.

Un padre pide a sus dos hijos que vayan a trabajar a su viña, el primero responde “no quiero”, pero luego reflexiona, se arrepiente y va; el segundo dice “voy” porque le falta valor para decir “no” y acepta una petición que en su interior no piensa cumplir.

Los dos hijos representan sin duda a dos grupos bien definidos: los dirigentes que no creen y los marginados que sí, es decir, por un lado, los judíos piadosos de altos cargos, que dicen y no hacen; por otro, los publicanos y prostitutas, que por su fe en Jesús están más cerca de Dios.

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