Domingo XXVIII - A
Mateo 22, 1-14
Jesús, en la parábola que nos propone hoy la liturgia, como en las de los anteriores domingos, interpreta la historia de Israel. Va dirigida “a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo”, pero esta palabra es siempre viva y eficaz e interpreta también nuestra historia. Dios nos llama continuamente, no se cansa de invitarnos a trabajar en su viña, lo hace de muchas maneras y en situaciones diferentes, y nosotros o bien no somos fieles a la llamada y Dios llamará a otros, o bien le damos largas, nos inventamos excusas, hacemos oídos sordos y de una u otra manera no hacemos caso. Sin embargo, Dios no se desanima y, ante la negativa, sigue invitando a todos al banquete, saliéndonos al encuentro en las encrucijadas de nuestros caminos.