Domingo 25 - C
En el evangelio, Jesús nos vuelve a poner otra de esas exigencias que cuando la escuchamos hace que algo chirríe en nuestro interior: “no podéis servir a Dios y al dinero”. Si hace dos domingos nos decía que el amor hacía Él debería estar por encima del de nuestra propia familia, hoy nos lanza este nuevo reto.
Jesús no condena el dinero, que es algo imprescindible para vivir, lo necesitamos incluso para cumplir con la misión de anunciar el Reino de Dios en nuestro mundo.