Domingo VII - A

domingo 7 AMateo 5,38-48

Es innegable que vivimos en una situación paradójica. «Mientras más aumenta la sensibilidad ante los derechos pisoteados o injusticias violentas, más crece el sentimiento de tener que recurrir a una violencia brutal o despiadada para llevar a cabo los profundos cambios que se anhelan». Así decía hace unos años, en su documento final, la Asamblea General de los Provinciales de la Compañía de Jesús. No parece haber otro camino para resolver los problemas que el recurso a la violencia. No es extraño que las palabras de Jesús resuenen en nuestra sociedad como un grito ingenuo además de discordante: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen».

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Domingo VI - A

domingo 6Mateo 5, 17-37

Jesús nos llama hoy a ir más allá del legalismo: «Os digo que si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos». La Ley de Moisés apunta al mínimo necesario para garantizar la convivencia, pero los cristianos, nosotras, consagradas, hemos de procurar superar este mínimo para llegar al máximo posible del amor. Lo que hoy nos enseña Jesús es a no creernos seguras por el hecho de cumplir esforzadamente unos requisitos con los que podemos reclamar méritos a Dios, como hacían los maestros de la ley y los fariseos.

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Domingo III - A

3 to AMateo 4, 12-23

Hoy damos comienzo a la lectura del evangelio de S. Mateo, que nos acompañará durante todo el año litúrgico. El evangelio de hoy nos presenta el comienzo de la vida pública de Jesús. No pudo tener un comienzo más humilde y sencillo. Nada que ver con las grandes ceremonias que nos gusta hacer en nuestros días para marcar el comienzo de los grandes eventos. .

El arresto de Juan el Bautista empuja a Jesús a tomar el relevo. A partir de ahora será él quien continúe con la predicación de la Buena Noticia del Reino y su implantación en medio de este mundo.

El Bautista había irrumpido en el desierto de Judá, junto al Jordán. Su mensaje era de conversión ante la inminente llegada de Dios que trae un hacha en la mano para cortar los árboles que no dan fruto.

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Domingo II - A

Juan 1, 29-34corderopascual

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: “este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo…he contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre Él… ese es el que bautiza con Espíritu Santo… y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”. 

El Espíritu que se posa sobre Jesús es el mismo que se posa sobre cada una de nosotras, no por mérito propio, sino por pura gracia, por la gratuidad de Dios que así lo quiere. Con Jesús y a través de Jesús hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace hijas, todos los dones nos han sido dados, Dios mismo se nos entrega entero. Cómo podríamos ni imaginar tal cosa.

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Bautismo de Jesús - A

Bautismo de JesusMateo 3,13-17

El encuentro con Juan Bautista fue para Jesús una experiencia que dio un giro a su vida. Después del bautismo del Jordán, Jesús no vuelve ya a su trabajo de Nazaret; tampoco se adhiere al movimiento del Bautista. Su vida se centra ahora en un único objetivo: gritar a todos la Buena Noticia de un Dios que quiere salvar al ser humano.

Pero lo que transforma la trayectoria de Jesús no son las palabras que escucha de labios del Bautista ni el rito purificador del bautismo. Jesús vive algo más profundo. Se siente inundado por el Espíritu del Padre. Se reconoce a sí mismo como Hijo de Dios. Su vida consistirá en adelante en irradiar y contagiar ese amor insondable de un Dios Padre.

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