Domingo de Ramos - A
La cara y la cruz de Jesús. No es fácil situarnos ante la Pasión de Jesús. Junto con el dolor y la indignación, nos surgen preguntas. No hay palabras que justifiquen esta condena a aquel «que pasó haciendo el bien». El mensaje y las acciones de Jesús habían quedado ensombrecidas por la muerte en la cruz, reservada para los peores delincuentes. Sin embargo, Jesús ya había advertido a los suyos que, en Jerusalén, tendría problemas. Allí vive la cara y la cruz de la vida cuando, a la entrada, es aplaudido como un rey y, poco después, abucheado y ajusticiado como un criminal.