Domingo XXVII - A
Mateo 21, 33-43
La parábola de los viñadores homicidas la pronuncia el Señor inmediatamente después de la parábola de los dos hijos, es decir, en el mismo contexto de la parábola anterior. Está dirigida, por tanto, a los miembros del sanedrín, a los «sumos sacerdotes y ancianos del pueblo» (Mt 21,23), a «los príncipes de los sacerdotes y los fariseos» (Mt 21,45) que se habían acercado a Él cuando enseñaba en el Templo para interrogarle sobre la autoridad con que enseñaba y realizaba sus obras.
Dos veces se toca hoy en la liturgia el tema de la viña. Primero lo hace Isaías en un poema con un mensaje claro de Dios. Después, Jesús, en el evangelio, vuelve a insistir en el mismo mensaje: ¿Qué hará Dios con un pueblo colmado de atenciones pero que no responde con frutos?