Domingo XXVII - A

domingo 27Mateo 21, 33-43

La parábola de los viñadores homicidas la pronuncia el Señor inmediatamente después de la parábola de los dos hijos, es decir, en el mismo contexto de la parábola anterior. Está dirigida, por tanto, a los miembros del sanedrín, a los «sumos sacerdotes y ancianos del pueblo» (Mt 21,23), a «los príncipes de los sacerdotes y los fariseos» (Mt 21,45) que se habían acercado a Él cuando enseñaba en el Templo para interrogarle sobre la autoridad con que enseñaba y realizaba sus obras.

Dos veces se toca hoy en la liturgia el tema de la viña. Primero lo hace Isaías en un poema con un mensaje claro de Dios. Después, Jesús, en el evangelio, vuelve a insistir en el mismo mensaje: ¿Qué hará Dios con un pueblo colmado de atenciones pero que no responde con frutos?

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Domingo XXVI - A

domingo 26 aMateo 21, 28-32

Como de costumbre, Jesús cuenta una historia sacada de la vida cotidiana, esta vez, de la familia. Una historia común que habla por sí sola.

Un padre pide a sus dos hijos que vayan a trabajar a su viña, el primero responde “no quiero”, pero luego reflexiona, se arrepiente y va; el segundo dice “voy” porque le falta valor para decir “no” y acepta una petición que en su interior no piensa cumplir.

Los dos hijos representan sin duda a dos grupos bien definidos: los dirigentes que no creen y los marginados que sí, es decir, por un lado, los judíos piadosos de altos cargos, que dicen y no hacen; por otro, los publicanos y prostitutas, que por su fe en Jesús están más cerca de Dios.

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Domingo XXV - A

domingo 25Mateo 20, 1-16

Comienza el evangelio de hoy diciéndonos que “el reino de Dios se parece a…” Pretende darnos una explicación del reino de Dios sirviéndose de la naturaleza, de la vida cotidiana. La parábola del jornalero que la liturgia nos ofrece en este domingo es uno de los relatos más sorprendentes y provocativos de Jesús. El personaje principal de la parábola es el propietario de una viña. La viña evoca en primer lugar al pueblo de Israel, considerada como la “viña de Dios”. Llegado el tiempo de la cosecha el propietario necesita jornaleros para la recolección de las uvas. Él mismo sale al amanecer a la plaza del pueblo, donde la gente necesitada de trabajo se reunía esperando a que alguien los contratase para la jornada.

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Domingo XXIV - A

domingo 24aMateo 18,21-35

“No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. La Palabra de hoy es clara y contundente: Dios nos ha PERDONADO mucho, a todas y a cada una, sin pedírselo, sin condiciones. También nosotras debemos perdonar a nuestras hermanas sin límites. No es fácil perdonar, todas los sabemos. Hay ofensas y heridas que permanecen golpeando por mucho tiempo nuestro corazón. A veces, se oye decir, e incluso nosotras decimos: “Perdono, pero no olvido”. ¡No consigo olvidarme! Resentimientos, tensiones, difamaciones, hacen difícil el perdón y la reconciliación.

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Domingo XXIII - A

domingo 23 aMateo 18, 15-20

En toda comunidad humana surgen dificultades, disensiones por eso es tan necesario la corrección y el perdón. Pero necesitamos delicadeza, humildad y sencillez para poder realizar esta tarea; y, también, apertura al amor y a la vida que Dios nos ofrece, donde podemos aprender esta gran lección y este estilo de ser y de vivir. El evangelio de este domingo está en el contexto de la catequesis sobre la vida de la comunidad. De ahí que plantea uno de los aspectos fundamentales del amor entre hermanas, como es la CORRECCIÓN FRATERNA; tarea nada fácil y, sin embargo, una constante en la pedagogía de Dios.

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