La liturgia de este domingo es una explosión de alegría. “Estad siempre alegres, os lo repito: estad alegres porque el Señor está cerca” nos dice san Pablo. Y el profeta Sofonías nos dice también: “¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón! Porque el Señor perdona nuestra deuda.
Este mismo júbilo nos acompañará ya hasta la Navidad, para celebrar que el amor y nuestra alegría, Cristo Jesús, viene a nacer sobre nuestra tierra, en nuestra pobre carne humana. La causa de nuestra alegría es que el Señor está cerca.
En la liturgia de hoy irrumpe la figura de Juan Bautista, enraizada en la historia, predicando “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados”.
La predicación del Bautista es iluminada mediante la cita de Isaías 40, “Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” .
¿Cómo abrirle camino a Dios? ¿Cómo hacerle más sitio a Jesús en nuestra vida?:
• Abajando nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. • Rectificando nuestra voluntad. • Corrigiendo nuestras asperezas. • Poniendo alegría en nuestra vida para que Jesús tenga una acogida calurosa y encuentre corazones amigos esperándole.
María no sólo tiene una relación singular con Cristo, el Hijo de Dios que, como hombre, quiso convertirse en hijo suyo. Al estar totalmente unida a Cristo, nos pertenece totalmente a nosotros. María está cerca de nosotros como ningún otro ser humano, ya que Cristo es hombre para los hombres. Todo su ser es un "ser para nosotros". Y, cuanto más se entrega la persona humana, tanto más se encuentra a sí misma.
¿Inmaculada"? ¿Tiene algo que decirnos hoy? El saludo del ángel nos hace comprender que María, la humilde mujer, es ese "resto santo" de Israel, en ella está presente la verdadera Sion, la morada viva de Dios. En ella habita el Señor, en ella encuentra el lugar de su descanso. Ella es casa viva de Dios, que no habita en edificios de piedra, sino en el corazón del hombre vivo. Ella, el retoño que, en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco abatido de David. En ella se cumplen las palabras del Salmo: "La tierra ha dado su fruto" (Sal 67, 7). Ella, vástago, del que deriva el árbol de la redención y de los redimidos. Dios no ha fracasado. En la humildad de la casa de Nazaret vive: Dios salvó y salva a su pueblo.
Lucas, quien nos va a acompañar a lo largo de este año, tiene interés en precisar, con detalle, los nombres de los personajes que controlan en aquel momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento más importante y decisivo de la historia se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder. Sin que ellos se enteren ni decidan nada.
Y es que es así como aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Y es que lo esencial no está en manos de los poderosos. Así, escuetamente: «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto». No en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén.
El evangelio de hoy nos sugiere una primera actitud: estar atentas, vigilantes.
• A vivir despiertas, a levantarnos, por muchos que sean los caminos torcidos de nuestra vida, por mucho que nos sintamos atenazadas por la rutina y la monotonía de la vida, podemos ante ese Dios que viene a nuestro encuentro comenzar otra vez de nuevo.