Domingo 21 - C
Lucas 13, 22-30
La liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda que todos, sin distinción, somos llamados a la salvación, porque ésta no depende de nuestros méritos sino solo de la bondad de Dios. Sin embargo, la salvación no es una imposición sino una opción personal: está a nuestro alcance, pero hay que ganársela día a día con esfuerzo, siendo constantes y perseverantes en el bien. Dios, como Buen Padre, nos va corrigiendo y orientando nuestras vidas hacia la salvación.
Jesús hoy nos deja claro que la salvación no es cuestión de número, sino que se trata de andar y cruzar el camino a un paso correcto y que “todos” podemos andarlo, pero este camino es estrecho, Jesús no quiere engañarnos, nos habla de “entrar por la puerta estrecha”. Nos dice las cosas como son, ¿en qué sentido? en el sentido de que para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, y esto, ¡no es cómodo ni fácil!