Domingo 16 - C
Jesús en su camino hacia Jerusalén entra en la casa de unos amigos. S. Lucas solamente nos dice que entró en una casa, donde viven dos hermanas, Marta y María. S. Juan nos da a entender que estas hermanas, juntamente con su hermano Lázaro, eran amigas de Jesús (Jn 11,1-5). Marta, buena anfitriona, se preocupó de agasajar al Maestro, lo amaba y quería darle una acogida digna, que no le faltara nada, que pudiera recuperar fuerzas para seguir el camino, y en este menester emplea su tiempo y sus energías. Podemos imaginar la escena.
En cambio, su hermana María se despreocupa de estos trabajos y se limita a ponerse a sus pies y escuchar su palabra. Esta actitud incomoda a Marta y desde la confianza que muestra hacia Jesús, le dice, más bien le increpa: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano (10,40).