Domingo XIV - B
Nadie es reconocido en su propia tierra, en el lugar donde a uno lo conocen, o por lo menos donde tienen alguna referencia importante. Eso le pasó a Jesús cuando volvió a su tierra, a Nazaret. Es muy difícil predicar en el propio ámbito de pertenencia, en la comunidad…
Jesús mismo se sintió despreciado, rechazado y ante sus actitudes y palabras sus vecinos se escandalizaban.
Venía a romper los esquemas de siempre, nos abría a la novedad del Reinado de su Padre que comienza y se va realizando aquí y ahora dentro de nuestra propia historia. No supieron reconocer a ese Jesús tan simple, tan sencillo, una persona que convivía entre ellos, hijo de un carpintero… ¿ese les iba a dar lecciones de vida?