Domingo XXXII - B
La Palabra de Dios nos interpela sobre nuestro comportamiento, sobre lo que creemos o decimos ser y lo que somos realmente. El evangelio nos dice que Jesús observaba, y observaba a los ricos que echaban mucho dinero en el cepillo del templo, y echaban mucho porque les sobraba; observaba cómo a los escribas les encantaba aparentar, llamar la atención, ser los primeros y ocupar los puestos de honor, les encantaba igualmente pavonearse haciendo largas oraciones, al tiempo que se aprovechaban de su status para devorar los bienes de las viudas.