Domingo XXII - C

banquete de bodaLucas 14,1.7-14

Jesús, en su camino hacia Jerusalén es invitado a comer en casa de uno de los principales fariseos. Había allí otros convidados, también fariseos. Y todos espiaban a Jesús. Él aprovecha durante la comida para ofrecerles a ellos y, también hoy a nosotros, sus seguidores, dos enseñanzas muy importantes, dos valores del Reino: la humildad y la gratuidad.

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Domingo XXI -C

puertaLucas 13, 22-30

“Mientras caminaba Jesús hacia Jerusalén uno le dijo: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?”

Jesús no suele responder a las preguntas malintencionadas ni a las que se le formulan por simple curiosidad. No le interesa especular sobre cuestiones estériles, propias de los maestros de la época. Tampoco responde a las preguntas mal formuladas, como en ese caso; mejor dicho, responde rectificando.

Jesús trata de educar a sus discípulos para que pasen del plano de la curiosidad al de la verdadera sabiduría; de las cuestiones ociosas a los verdaderos problemas.

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Domingo XX - C

domingo 20 c 2019Lucas 12,49-53

El evangelio de hoy resulta desconcertante si lo queremos entender al pie de la letra. “He venido a traer fuego a la tierra” ¿Acaso Jesús es un pirómano? “No he venido a traer la paz sino la guerra” ¿En qué quedamos? ¿No es la “paz” la primera palabra que resonó en Belén en el nacimiento de Jesús y la primera que nos trajo el Espíritu Santo después de la Resurrección? “Debo ser bautizado con un bautismo de sangre”. ¿Está invitando Jesús a sus comunidades cristianas a un baño de sangre a causa de las guerras de religión? ¡No! Hay que entender estas palabras en el mismo sentido simbólico que fueron dichas.

“He venido a traer fuego a la tierra”. Dios se manifestó a Moisés en el desierto en una “Zarza que ardía sin consumirse”. Y es una imagen fantástica, sugerente, evocadora. Un Dios que arde en llamaradas de amor; un amor que no puede acabarse ni consumirse. Cuando Jesús nos dice que desea que “todo este mundo esté ardiendo” nos está diciendo que un mundo ardiendo en llamaradas de amor, sería el verdadero sueño de Dios.

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Solemnidad de la Asunción de María

teresa pea asuncionLucas 1,39-56

En el Evangelio que acabamos de escuchar, vemos que en María se ha realizado lo que su cántico proclama. María fue capaz de confiar en el Señor, fue capaz de esperar por encima de todo, fue capaz de vivir apoyada en las promesas de Dios y no en sus méritos o su riqueza. Por ello Dios la escogió y la amó. Porque Dios colma de bienes a los pobres, y a los ricos los despide vacíos. Porque Dios dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Porque Dios cumple lo que promete a los hombres. Porque Dios es fiel, y con Jesús nos ha marcado el camino hacia la vida. María ha creído. María ha acogido la oferta de vida que el Padre ha hecho a todos los hombres y la ha seguido.

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Domingo XIX - C

no temasLucas 12,32-48

El evangelio de hoy nos presenta una serie de recomendaciones en continuidad con la parábola del rico necio del pasado domingo. Nos indica tres actitudes a tener en cuenta:

1ª No temer

“No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”

Jesús nos hace una llamada a vivir confiadas, abandonadas en sus manos amorosas. Somos su pequeño rebaño, conducidas por él. No debemos temer a pesar de nuestra pequeñez. No temer porque el amor de Dios da consistencia nuestra pequeñez. Vivamos, pues, confiadas acogiendo el don del Reino que él ha querido, en su bondad, regalarnos.

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