Domingo 22 - B 2024
Jesús y los suyos andan por los alrededores del lago de Genesaret lejos de Jerusalén y por tanto lejos de la mirada inquisitoria de los “perfectos “por lo que aquí el cumplimiento de la Ley no es tan estresante. También los seguidores de Jesús se relajan. Comen sin lavarse antes las manos, uno de tantos preceptos higiénicos necesarios en épocas de caminos polvorientos y enfermedades infecciosas. Instar a su cumplimiento resultaba más fácil y eficaz si el mandato se justificaba como procedente de Dios.
Así estas normas de convivencia pasaron a ser mandamientos divinos tan sagrados que su incumplimiento suscitaba la crítica y merecía sanción de fariseos y Doctores de la Ley. Éstos, se desplazan hasta esta zona para observarlos de cerca y poder increpar a Jesús: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras?
A lo que Jesús contesta con un exabrupto: “Bien profetizó de vosotros Isaías, hipócritas, “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”.